The Pusher



Es domingo a la tarde, después de comer no hay mucho que hacer, ninguna tarea demasiado seria puede ser emprendida. Sólo aquellas que le dan sentido de algún modo a todo lo demás ¿o no es en el estilo para gambetear al aburrimiento que creemos encontrar a veces cierta forma de la singularidad, o dónde surgen las febriles pasiones creativas? La verdad es que tener un blog no sé si ayuda demasiado. Alguna vez oí decir que Lacan decía que todos queremos que nuestra vida sea como una novela, pero que ésta no es más que cuentos breves, ¿y entre ellos? Como animales clickeadores navegamos, en una deriva situacionista del cogito virtual, ¿anhelamos un encuentro o nos abandonamos en habitaciones acolchadas por imágenes e información? En fin, antes de darle mucha bola a las caras de la gente prefiero escuchar una canción, y multiplicar sus posibilidades de que sea encontrada por acá, por ahí; entre vos y yo, está el tiempo entre las cosas.

Todo lo que hay (menos mal que está nublado)



Irme, de una vez por todas, irme

sin violencia

Como un salir de entre la niebla los perfiles del fondo de la calle

escuchar las palabras y esperar un segundo antes de anticipar el fastidio

de todo lo que hay.

Buscar hongos bajo la lluvia

Después de la lluvia

No llorar los tropezones por el barro ni reclamar al sol todas las cosas

Resignación, paciencia, límites, proyectos

Estupidez, silencio, bocanada de tiempo y todo se va

Haciendo de papel

soplo cenizas

todo lo que hay

menos mal que está nublado