Amor francés



En un día como hoy, las cosas pasan lentas, corrigo exámenes escritos con signos casi ininteligibles, tomo colectivos llenos de olor a lluvía y a apuro por volver, desisto de escuchar música y asisto a conversaciones ajenas como si se trataran de una película. Un día así me tienta abandonarlo todo y pensar que cuando se haga la noche puedo llegar a tu casa y me vas a estar esperando. Cuando digo vos digo cualquiera (serás alguna?), porque no te conozco y sé que es idiota pensar que podrías salvarme de esta tarde de aburrimiento, nihilismo barato y golosinas. Siempre es peor creer que alguien puede rescatarte, no hay quién pueda, el amor no es una revelación de las esencias sino un sútil juego de mostrar perfiles. Por eso imagino un diálogo en el que me hagas reir, en el que te rías, en el que hables desnuda seriamente del mundo, cuentes cosas irrevalentes de tu infancia, y fumes, o comas un chupetín, y te lo saque para darte un beso en los ojos y después te lo devuelva y mire por la ventana, para recordar, en silencio y sin tristeza, otras tardes como esta.

A punto de volarse en la tormenta

Una carpa de circo a punto de volarse en la tormenta, incluso los pies de los niños sienten el ceder de las estacas en el barro. Los enanos siguen su número como si nada, sin entusiasmo pero con gracia, corriendo diligentes entre sillas y floreros. Solamente los dos monos que están un poco más atrás parecen mirar intranquilos las sogas que se agitan y se pierden en lo alto. A nadie se le ocurre irse, han pagado y han visto cosas peores, como para levantarse y volver a casa tan temprano.

Cuando el sol muera y la sangre esté sobre tu cuerpo


Salgo al patio y veo un grupo de nubes verticales, naranjas, como el zarpazo de algún animal en pleno cielo. Me asombro ante la imagen y me doy vuelta, para intentar ver mejor. Miro más allá de la chapa y la membrana del vecino, pero el tanque de agua plateado se roba lo mejor de la perspectiva. Mientras miro pienso en escribirlo, pero, ¿para qué escribir la imagen de un cielo cualquiera? Me aburro, cruzo el patio y entro en la casa. Cuando miro el cielo de nuevo, al volver del baño, me doy cuenta de que es ya un cielo ordinario. Me quedo unos segundos buscando los rastros de la guerra de tonos naranjas y no hay nada, ni siquiera el cuerpo del sol asesinado.

Teléfonos sonando en habitaciones vacías



Cayó la noche en la ciudad insecto
Estoy sentado aquí, pegado al conducto resplandeciente
Tedioso tedio, fluyendo despacio
Estoy sediento de algo que pueda usar de verdad
Somos hormigas obreras, u hormigas aladas
Dciendo;"!Dios mío, estoy arriba!"o"!Cristo, estoy retrasado!"
Preguntando a mujer y niñas:"No nos mostraría el camino?
Para abollar páginas y cosas peores"

Pero es triste, tan triste
Los viejos nunca lo pasaron tan mal (no así de todos modos)
Y es triste, triste, triste
La tristeza de una estrella muerta hace tiempo en la trasnoche de TV
La tristeza de volar tus melancolías
Y de hombres viejos y arrugados con sus ropas de trabajo
Y teléfonos sonando en habitaciones vacías

Todos los pájaros se volaron del parque de la parte más alta de la ciudad
Y una familia que conozco construyó un arca
Estuvo lloviendo largo y tupido
Y los encanbezados de los diarios son duros, perversos

Pero es triste, tan triste
Los viejos no lo pasaron tan mal
Y es triste, triste, triste
La tristeza de una estrella muerta hace tiempo en la trasnoche de TV
La tristeza de volar tus melancolías
Y de hombres viejos y arrugados con sus ropas de trabajo
Y teléfonos sonando en habitaciones vacías

Luca Prodan

Situación &

A veces escucho canciones que me encantan pero que ya no me pertenecen, a veces para transformarse otra cosa hay que dejar, o dejarse, o no sé qué que permita pegar el salto a no sé dónde. Poder escuchar canciones que no oscurezcan siempre del mismo lado, empezar palabras que no nos aburran a la mitad, hacer cosas con eso que se deshace en un segundo ilusionado x)
Hace poco, no sabía bien qué hacer con una clase de problemática social contemporánea (váyase a saber qué es eso), veía a los estudiantes, adultos en su mayoría, saturados; las últimas clases se estaban haciendo monocordes, sumado a las ausencias, no pasaba gran cosa.
Propuse una actividad sobre los tipos de prensa, que ellos les tengan que cambiar los títulos y algunos textos. Una forma de imaginar otra posibilidad, de planear sobre la la múltiplicidad de sentidos que posibilita clasificar noticias, describir las tapas, comparar, etc. Todos se prendieron, quedamos en conseguir los diarios que podamos, pretendiendo la mayor diversidad posible, convinimos que queden en la escuela, así si algunx faltaba los demás no se quedaban sin materiales. Hice las consignas entre semana y la cosa empezó a funcionar, primero tibiamente y después un poco más. Los textos que daban marco no eran gran cosa. Pero más me entretenía escuchar las conversaciones y meterme un rato en alguna, una charla que se va ramificando, en fin, en el mejor de los casos dar una vuelta como un paseante conversador y un poco inflexible. Ahí es cuando pienso que mis clases son como 678, y a veces no tan interesantes... De cualquier modo, lo bueno de estas actividades, viejas como el moho, es que son prácticas, desafían en algun punto las posibilidades de lectura de lo real.
En la siguiente unidad, empecé hablando de colonialismo y rápidamente la se establecieron posiciones respecto al "casamiento gay", hay paridad entre los adversarios. Pidieron ambos bandos tiempo para debatir y preparar tema, veremos qué pasa.

Conversiones (y...)

- A veces vas por la calle y es como si estuvieras transportado por la potencia de un huracán, viste, como una ola que decis, esto es demasiado.
- te entiendo más o menos -
-Sí, bueno, es que es un estado político ontológico en transito infinito a infinitas velocidades, es de Spinoza, leíste?.-
-Me sonaba de una vez, que había hecho un curso curso de aletheía y ensoñaciones y nos decian de una onda así que era un acontecimiento de desvelamiento, como una epifanía, pero que eramos nosotros, no sé, eso del panteísmo, no?.-
- Sí, de una y...

Apocalipsis



¿Volví en el tiempo? Soledad en la noche, deambular por la casa vacía con el consuelo de algunas frases de Nietszche. El cuerpo como un peso insoportable. Pero ya no hago un inventario de pérdidas imaginarias, ni detengo mis ojos en garabatos de madrugadas anteriores. No quiero otra vez el fin del mundo cada vez. Hoy leí una frase inspiradora: "una paciente labor que de forma a la impaciencia de la libertad". En otro momento, hubiese escrito alguna diatriba sobre la necesidad de la guerra, hoy prefiero no decir gran cosa, te dejo una canción alusiva (qué sería de mí sin ellas).

Hoy



Hoy, mientras viajaba en el subte C, para intentar conjurar el aburrimiento y la sensación de fin de cualquier proyecto humano interesante que irradiaba un entorno conformado por personas cansadas y publicidades de agentes inmobiliarios matriculados, me puse a boludear con la unión de los vagones. Ponía el pie izquierdo y parecía flotante, después puse los dos y la sensación era mayor pero menos extraña. Casi me caigo sobre una mujer que me miró con cara de "sos medio pelotudo", le encajé un fuerte "perdoname" y una sonrisa de idiota inofensivo, para obligarla a decir: "no es nada". Estando en un momento parado sin agarrarme me sorprendió lo clara que la tienen la gente que pide y los vendedores, no es nada fácil; es todo un juego de piernas el que requiere el subte, con mucho, más complicado que el tren.
Supongo que la música ayudaba bastante y la perspectiva del vagón no del todo lleno tiene sus cosas, además estaba volviendo de capital luego de un frustrado trámite en el gobierno de la ciudad, la compra de un libro que ya conozco pero necesitaba una mejor edición y haber visto una película bastante floja (Francia, de Caetano). Entonces no me quedaba más que inventarme alguna cosa, no duró demasiado, ya en el tren me empezó a invadir el sueño y ni siquiera el paquete de sonrisas que me compré en el camino pudo detener la caída. que se arregló, más o menos, con un par de horas de sueño.

Del amor en los tiempos del yo



"El deseo de amar aparece sobre la muerte como una ventana." Saltá Narciso.
Esto estaba escrito en un anotador que tenía hace unos cuantos años, no está la referencia de la cita. Ahora no sé qué me parece, según de qué amor se trate; la interpelación supongo que en este mundo, y en este momento, es un autorretrato al portador para más de dos.
En alguna época, cuando yo no podía hablar con verdadero interés de casi ninguna otra cosa, con C. charlabamos y él me decía que el amor se define entre el título de dos frases, de dos canciones: "Si no hay amor que no haya nada entonces" de El tesoro de los inocentes de el Indio y "Si hay amor que nos venga a salvar" de Pez. Discutíamos bastante. Dejo la letra de la que es menos conocida por mí.

Si hay amor que nos venga a salvar (Ariel Minimal)

Cierro los ojos me veo en el mar
soy el agua, soy toda la sal.
Abro los ojos y no puedo ver,
ya no hay luz, la que había se fue.
Llamo tu nombre
y conjuro a los vientos que acudan a mí,
alcen mi cuerpo y me lleven adonde estás vos.
No tengo fuerza ni paz interior,
si hay amor que nos venga a salvar.
Y entonces llamo tu nombre
y conjuro a los vientos que acudan a mí,
alcen mi cuerpo y me lleven adonde estás vos.

Borrador guardado por última vez a las 6:47

La calle parece lustrada de frío, tengo los ojos cansados y el rocío, o será ya un poco de niebla, no anuncia el sol que debe estar todavía bastante lejos, anunque sean las 6. Hay un silencio total en la avenida, veo a un flaco que la cruza trotando, miro a ver si venía un colectivo y no entiendo, después me doy cuenta de que iba para la casa. Sostengo la mirada sobre su cuerpo el tiempo que tarda, nervioso y con frío, de abrir y separar esa vereda angosta de la ventana cerrada que da a la calle. Casi un acto reflejo, como posible chorro, pienso en cuáles serían mis posibilidades. Bastante altas de tener un arma y algo de sangre para esas cosas. A veces creo que herede esa forma de mirar de conversaciones en esquinas y plazas repartidas en ese mismo barrio. Otras lo atribuyo a esa tranquilidad pequeño burguesa de identificarse con el enemigo y ver al territorio como un lugar de oportunidades e historias de descuidos, alertas y paranoias policiales. Una vez en año nuevo entré a una casa vacía, o ya casi del todo vacíada unas horas antes, alguna cuestión de unas llaves copiadas una tarde no alcanzaban a explicarme el juego de luces y sombra, de ropa y cosas que había por todas partes. Nadie quería quedarse un minuto, aunque seas el último, a nadie podrás convencer de no haber sido el primero.
En fin, entonces vuelvo por la calle pensando y ya yendome un poco lejos, hasta que el roce de una chapa, y un silencio que parece que se va a romper de golpe por el ladrido de un perro, sigue así, y ya deja sentir el traqueteo del semáforo de la otra cuadra.

Imagen: Torre de Ader en Villa Adelina, vista desde la avenida.

Este duro invierno: Ey, mister tambourine,



Una vez un amigo de G. ser refirió al supuesto fanatismo que abrigaba por S. Pero G. salió rápidamente al cruce, como si hubiese reflexionado bastante sobre el tema, y dijo que lo suyo no se trataba de fanatismo sino más bien de una salvación. A mi me resultó un poco exagerado pero interesante. Puede una canción salvarnos la vida. Tuve una época en la que no podía pasar un solo día sin escuchar a Bob Dylan, esto no es nada sorprendente, a todos nos pasa, con una u otra cosa. Ahora, hace un tiempo que no es el protagonista principal de mi biblioteca musical. Sin embargo, cuando se trata de hacer alguna especie de ritual ascético transformador, recurro a él, o a otros pocos más.
Este tema siempre me pareció hermoso, la letra, adjuntada aquí nomás debajo, tiene esa fuerza que logra la melancolía cuando se sabe a sí misma y tiende a superarse. Este invierno, entonces, que será duro en muchos aspectos, también tendrá, espero, sus cosas buenas. Yo quiero que mis ojos se cargen de la forma de mirar de Bobby, y hacerla mi propia imagen de pensamiento, es decir, ya un mundo distinto. Estoy un poco harto, pero no quiero hacer de este blog un confesionario egonet. Estoy un poco harto y simplemente voy a silbar esta canción, como bajo una tormenta, y esperar, aferrado a mis bolsillos, haciendo algun chiste de ocasión, que el tiempo haga otra cosa de las cosas que no me sirven más.


Eh, Señor de la pandereta,
toca una canción para mí,
no tengo sueño
y no hay sitio a donde pueda ir.
Eh, Señor de la pandereta,
toca un canción para mí,
en la mañana tintineante
te seguiré.

Aunque sé que el imperio de la tarde
se ha vuelto arena
esfumada en mi mano
me ha dejado a ciegas aquí de pie
pero no puedo dormir.
Mi fatiga me sorprende
estoy marcado a mis pies,
a nadie tengo que encontrar
y la antigua calle vacía está
demasiado muerta para soñar

Eh, Señor de la pandereta,
toca una canción para mí,
no tengo sueño
y no hay sitio a donde pueda ir.
Eh, Señor de la pandereta,
toca un canción para mí,
en la mañana tintineante
te seguiré.

Llévame de viaje sobre
tu mágica nave giratoria
mis sentidos han sido despojados
no puedo sentir el apretar de mis manos,
tengo los pies demasiado entumecidos
para andar
sólo esperan en mis los tacones de mis botas
para errar.
Estoy listo para ir a cualquier lugar
estoy listo para desaparecer
en mi propio desfile,
lánzame a mi paso tu hechizo danzante
prometo que me someteré.

Aunque pudieras oir una risa,
girando, dando vueltas locamente
bajo el sol
no se dirige contra nadie,
es sólo escaparse en la huida
y salvo por el cielo
no hay barreras delante.
Y si oyes vagos vestigios
de saltarines tornos de rima
al ritmo de tu pandereta
es sólo un payaso andrajoso
yo no le haría ningún caso
lo que ves es sólo una sombra
que él persigue

Eh, Señor de la pandereta,
toca una canción para mí,
no tengo sueño
y no hay sitio a donde pueda ir.
Eh, Señor de la pandereta,
toca un canción para mí,
en la mañana tintineante
te seguiré.

Hazme luego desaparecer
tras los anillos de humo de mi mente
bajo las brumosas ruinas del tiempo
más allá de las hojas heladas
de los encantados árboles asustados
fuera de la playa
lejos del funesto alcance
de la loca tristeza.
Sí, a bailar
bajo un cielo de diamantes
ondulando libre una mano
enmarcado por el mar
cercado por las arenas del circo,
con todo recuerdo y destino
profundamente hundidos bajo las olas
déjame que olvide el hoy
hasta mañana.

Eh, Señor de la pandereta,
toca una canción para mí,
no tengo sueño
y no hay sitio a donde pueda ir.
Eh, Señor de la pandereta,
toca un canción para mí,
en la mañana tintineante
te seguiré.

Hoy no puedo



Para M.

M. me invita a tomar una pepa, le tengo que decir que no, me da un poco de pánico los posibles efectos. En algún momento me parecía la mejor droga que hay, pero para disfrutarla hay que tener una capacidad de felicidad casi animal, sin memoria, arrojado a sensaciones inmediatas e imaginaciones deslumbrantes. Temo volverla un viaje introspectivo y, por lo tanto, dado el actual estado de mi espíritu, estéril o perjudicial. Es duro revelarme esto siendo yo, en cierta manera, aún joven. Será que las inquietudes van por otro lado. Creo que otro amigo, que hace poco me propuso ir a Catamarca a tomar San Pedro (va así, con mayúscula) puede hacerle la segunda. Me gustaría ver a esos dos loquitos en acción.

La belleza es casualidad, dije, y me sonrió.



Es bastante común sentir que uno hace las cosas mal a propósito. No se trata precisamente de un autoboicot, pues esto implica una tarea silenciosa que se evidencia estrepitosamente culposa al momento del fracaso, o acaso un poco después de haberle dado vueltas en la cabeza. Al contrario, cometer sutiles equivocaciones de manera conciente, incluso en aquellas cosas que uno sabría hacer mejor; una ligera desviación, una palabra de más, o un gesto desatento en el último cálculo puede deberse a varias cosas. A veces sabemos que en el fondo esos objetivos no son los nuestros, y despreciamos el éxito como algo vulgar y, sobretodo, demasiado terminante. Uno es presa de sus logros y debe de algun modo alimentarlos después... A veces lo más gracioso de la ansiedad es que hace lo imposible porque las cosas no lleguen nunca, pues nada que llegue podría ser suficiente para apaciguar eso que se pega al tiempo incluso antes de que aparezca. Entonces uno hace las cosas mal para tener más cosas para hacer, o para darse cuenta de que, en el fondo, nada que salga demasiado bien vale la pena ni puede ser deseado más allá de cierta imagen ideal, previsible, adecuada, infalible y, por ello mismo, insoportable, prefabricada, aburrida. Una vez le dije a una chica que estaba linda, ella era bastante distante y me pareció una manera de halagarla y ponerla nerviosa, o pasarle los mios... Creo que le resultó un poco cursí o realmente la incomodó, porque me dijo: igual me vestí así nomás, no me fijo en eso. A lo que no me quedó más que contestarle: igual no depende del todo de vos, por suerte, a veces la belleza también es una casualidad.
Esto me hace acordar a otra cosa, una especie de máxima que había desarrollado en mi adolescencia, la prueba de nuestro gusto por alguien se comprueba a la mañana, si recien levantado aún eres ux txntx cautivado lo serás por un tiempo y puedes saber que hay alguna permanencia en el capricho del deseo y de la noche. También decía que era importante ver llorar a alguien a estos fines de supuestas comprobaciones, lo sigo pensando, aunque lo digo menos, a algunas personas les resulta un poco raro.

No alcanzará, dice que el amor se muere y no dice más



Qué aburrido se va haciendo todo lo que tiene que ver con vos, no debería haber invenciones de mundos en soledad a esta hora, son todos más o menos parecidos, en un rato sale el sol y tenes que tener poco corazón para que no te pegue por alguna parte. Algo bastante obvio. Sería mejor hablar de la camioneta, del viaje de vuelta, de la canción cantada entre dos por la mitad.

Experiencia



Las cosas pasan como una madriguera de horas que estuviese subiendo por la tierra, pero desconociendo adónde va a parar tanta tierra que sale por el aire, cuando hay más agujeros que espacio. ¿Cuándo el queso gruyère dejaba de serlo?
Estos artilugios del país de las maravillas nunca lo entretuvieron del todo, y pensó que la cita le había arruinado la experiencia. Se puso a pensar en otra cosa, pero de eso no escribió nada.

A vivir que son dos días...



Ahora que nos dejamos de ver (otra vez) antes de vernos,
ahora que probé tu cama por un rato y dormí con vos,
pero fue soñando que acabé en tu panza.
Acaso tengas razón, y estábamos rodeados de fantasmas...
Es una lástima, tu cama está bien, tus ojos dicen cosas que ni vos sabes,
pero no hay negociación posible, estoy tan cansado que caí con fiebre
y dormí tres días. Y despierto así, matando un poco todo,
para decir otra vez malhumorado: debe salir el sol por algún lado.

No quiere decir



Se han escrito infinitas cosas sobre los domingos. Más me llama la atención lo mucho que se escribe los domingos, hacia el atardecer, cuando la convención declara la la hora de la angustia, suena la música, la gente se agrupa, de manera personal o virtual, para gambetear el cerco imaginario que parece posarse sobre la porción de tiempo que va del ocaso a la hora de dormir. Los domingos se separan los amantes, se reconcilian, y a veces también se extrañan desesperados, para arrepentirse, de manera juiciosa y aliviada, los lunes por la mañana. Los domingos la gente se deprime porque no tiene planes, u ocupa su tiempo sacándolos a relucir, como frágiles miniaturas, y luego los vuelve a guardar, entre telas rojas, café y restos de tabaco.
Los domingos son ideales para jugar al fútbol, coger, o cualquier cosa que te saque de vos mismo y te arroje al fin del día cansado y hambriento, como un animal que escapó de una cacería. Los domingos las personas suelen hacer autoanálisis, hoy en particular, la eliminación de Argentina en manos de la juventud hitleriana tiñe todo de un clima de fin de fiesta. Todos intenan solidificarse de algún modo, los domingos son el día en que las cosas se hace como de aire...
Pero hoy también parece un domingo de verano, en el qué me pregunto qué hago en mi casa y a quién se le ocurre, como decía (antes) siempre Charly, tener más de 15 años.