Este duro invierno: Ey, mister tambourine,



Una vez un amigo de G. ser refirió al supuesto fanatismo que abrigaba por S. Pero G. salió rápidamente al cruce, como si hubiese reflexionado bastante sobre el tema, y dijo que lo suyo no se trataba de fanatismo sino más bien de una salvación. A mi me resultó un poco exagerado pero interesante. Puede una canción salvarnos la vida. Tuve una época en la que no podía pasar un solo día sin escuchar a Bob Dylan, esto no es nada sorprendente, a todos nos pasa, con una u otra cosa. Ahora, hace un tiempo que no es el protagonista principal de mi biblioteca musical. Sin embargo, cuando se trata de hacer alguna especie de ritual ascético transformador, recurro a él, o a otros pocos más.
Este tema siempre me pareció hermoso, la letra, adjuntada aquí nomás debajo, tiene esa fuerza que logra la melancolía cuando se sabe a sí misma y tiende a superarse. Este invierno, entonces, que será duro en muchos aspectos, también tendrá, espero, sus cosas buenas. Yo quiero que mis ojos se cargen de la forma de mirar de Bobby, y hacerla mi propia imagen de pensamiento, es decir, ya un mundo distinto. Estoy un poco harto, pero no quiero hacer de este blog un confesionario egonet. Estoy un poco harto y simplemente voy a silbar esta canción, como bajo una tormenta, y esperar, aferrado a mis bolsillos, haciendo algun chiste de ocasión, que el tiempo haga otra cosa de las cosas que no me sirven más.


Eh, Señor de la pandereta,
toca una canción para mí,
no tengo sueño
y no hay sitio a donde pueda ir.
Eh, Señor de la pandereta,
toca un canción para mí,
en la mañana tintineante
te seguiré.

Aunque sé que el imperio de la tarde
se ha vuelto arena
esfumada en mi mano
me ha dejado a ciegas aquí de pie
pero no puedo dormir.
Mi fatiga me sorprende
estoy marcado a mis pies,
a nadie tengo que encontrar
y la antigua calle vacía está
demasiado muerta para soñar

Eh, Señor de la pandereta,
toca una canción para mí,
no tengo sueño
y no hay sitio a donde pueda ir.
Eh, Señor de la pandereta,
toca un canción para mí,
en la mañana tintineante
te seguiré.

Llévame de viaje sobre
tu mágica nave giratoria
mis sentidos han sido despojados
no puedo sentir el apretar de mis manos,
tengo los pies demasiado entumecidos
para andar
sólo esperan en mis los tacones de mis botas
para errar.
Estoy listo para ir a cualquier lugar
estoy listo para desaparecer
en mi propio desfile,
lánzame a mi paso tu hechizo danzante
prometo que me someteré.

Aunque pudieras oir una risa,
girando, dando vueltas locamente
bajo el sol
no se dirige contra nadie,
es sólo escaparse en la huida
y salvo por el cielo
no hay barreras delante.
Y si oyes vagos vestigios
de saltarines tornos de rima
al ritmo de tu pandereta
es sólo un payaso andrajoso
yo no le haría ningún caso
lo que ves es sólo una sombra
que él persigue

Eh, Señor de la pandereta,
toca una canción para mí,
no tengo sueño
y no hay sitio a donde pueda ir.
Eh, Señor de la pandereta,
toca un canción para mí,
en la mañana tintineante
te seguiré.

Hazme luego desaparecer
tras los anillos de humo de mi mente
bajo las brumosas ruinas del tiempo
más allá de las hojas heladas
de los encantados árboles asustados
fuera de la playa
lejos del funesto alcance
de la loca tristeza.
Sí, a bailar
bajo un cielo de diamantes
ondulando libre una mano
enmarcado por el mar
cercado por las arenas del circo,
con todo recuerdo y destino
profundamente hundidos bajo las olas
déjame que olvide el hoy
hasta mañana.

Eh, Señor de la pandereta,
toca una canción para mí,
no tengo sueño
y no hay sitio a donde pueda ir.
Eh, Señor de la pandereta,
toca un canción para mí,
en la mañana tintineante
te seguiré.

No hay comentarios:

Publicar un comentario