Cuando el sol muera y la sangre esté sobre tu cuerpo


Salgo al patio y veo un grupo de nubes verticales, naranjas, como el zarpazo de algún animal en pleno cielo. Me asombro ante la imagen y me doy vuelta, para intentar ver mejor. Miro más allá de la chapa y la membrana del vecino, pero el tanque de agua plateado se roba lo mejor de la perspectiva. Mientras miro pienso en escribirlo, pero, ¿para qué escribir la imagen de un cielo cualquiera? Me aburro, cruzo el patio y entro en la casa. Cuando miro el cielo de nuevo, al volver del baño, me doy cuenta de que es ya un cielo ordinario. Me quedo unos segundos buscando los rastros de la guerra de tonos naranjas y no hay nada, ni siquiera el cuerpo del sol asesinado.

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