Hoy no puedo



Para M.

M. me invita a tomar una pepa, le tengo que decir que no, me da un poco de pánico los posibles efectos. En algún momento me parecía la mejor droga que hay, pero para disfrutarla hay que tener una capacidad de felicidad casi animal, sin memoria, arrojado a sensaciones inmediatas e imaginaciones deslumbrantes. Temo volverla un viaje introspectivo y, por lo tanto, dado el actual estado de mi espíritu, estéril o perjudicial. Es duro revelarme esto siendo yo, en cierta manera, aún joven. Será que las inquietudes van por otro lado. Creo que otro amigo, que hace poco me propuso ir a Catamarca a tomar San Pedro (va así, con mayúscula) puede hacerle la segunda. Me gustaría ver a esos dos loquitos en acción.

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