Verano en Nápoles



Hace poco Duhalde dijo, a propósito de la toma en Soldati, que aquel que gobierna sabe que en Diciembre hay que cuidarse. Estas palabras cínicas y patéticas tienen algun grado de verdad. Es la época del año cuando, por ejemplo, más se pudren las cosas en cárceles y manicomios.
La sensación de ansiedad que genera una noche de calor espeso es la oportunidad para pensar en sí mismo y en nuestras "opciones de libertad". Seguramente no sea solamente el calor sino también el fin de año y las fiestas lo que obliga a hacer un balance o a embarcarse, con mayor o menor grado de intencionalidad, en alguna práctica catártica.
A la vez uno puede sentir como se conmueven, al menos por un rato, ciertos hábitos de cálculo y planificación. Estamos todos un poco hartos de lo que llamamos la "rutina" y ansiamos fugarnos hacia algún archipiélago con otras (o ninguna) norma; un lugar (fìsico o mental) que nos de alguna prueba vital de que nuestra vida es algo más que eso que pasó de marzo a diciembre. Algunos como yo, son presas de ideales irrisorios que se traducen en listas de cosas por leer, por ver y por hacer. Una especie de entrenamiento anónimo e implacable que nos haga sentir a la altura de la historia (y su conquista).
Es sabido que lo propio de todo plan es que falle, y que el deseo se escurre y pierde su densidad como humo entre los dedos. ¿Y entonces? Yo no sé. Este año han sucedido (y todavía siguen sucediendo) cosas importantes. Pero la urgencia no es nunca buena consejera, y la espontaneidad (ya lo sabían los estoicos) solo vale cuando es el fruto contingente de la fuerza del coraje que madura (sin caerse de podrido).
Para aquel que lea, para mí, buen verano.



En tu sueño hay un sitio
donde yo no soy imposible
allí freís tu cerebro y llorás
porque no mirás y sos mirado.

Yo soy mis sueños!
Y vos?... vos sos tu sueño sin fin!
No ves que la eternidad, mañana acaba...
y te vas!

Vos llevás un tatuaje...
que va muy bien con tu tristeza
Te echás atrás con mucha pereza
y dejás que un susto te haga tropezar.

Yo soy mis sueños!
Y vos?... vos sos tu sueño sin fin!
No ves que la eternidad, mañana acaba...
y te vas!

Yo soy mis sueños!
Y vos?... vos sos tu sueño!
El perro que nos mordió
hace poquito murió...

Una Gretsch en el agua
abajo, allí en la pileta...
está esperando en el fondo
que vos quieras rescatar su ruido crudo...

Yo soy mis sueños!
Y vos?... vos sos tu sueño sin fin!
No ves que la eternidad, mañana acaba...
y te vas!

Skyline





El tema que realmente quería poner es el tercero, que se llama algo así como "estar a solas con vos". Pero aparece el disco completo porque no sé ponerlo de otra manera, hice de falta virtud (o potencia) y pensé que este disco va muy bien con esta época del año y (ay ego) de mi vida tambièn. En cualquier caso siempre creì en el caràcter vagamente performativo de la mùsica.

Luego de uños años muy intensos, Bobby cambia la voz, se acerca a Yoni Cash, se recuerda a sí mismo de otra època; una revista cualquiera hablarìa de una de sus tantas mutaciones, un artista deleuzianos, si los hay. Acà dice algo asì como: no hay que tirar todo por la borda, que los perros tambièn miran el cielo, que la ùnica salida al nihilismo es la creaciòn y la pràctica por el cambio de las formas de vida. En un tiempo que reduce todo a los lìmites de nuestra vana proyecciòn, salir al contacto, a la disoluciòn, a probar porque sì. Cerrar los ojos fuerte y querer que todo siga ahì, y que no sea solamente lo que siempre conocimos.

Y además







Hace poco estábamos con S. en un colchón en el suelo, en una habitación ambientada para un corto: muñecos y cortinas de colores pastel, almohadones con forma de corazón, una muñeca y un dni que era el centro de la trama es lo que recuerdo. En un momento nos pusimos a jugar con la muñeca, esas tipo bebote, pelada, de las que se le cierran los ojos cuando las acostas. Yo la agarraba y le hacía mover las manitos mientras decía "Quiero vivir, quiero vivir". S juzgaba un poco idiota los movimientos de la muñeca (supongo que los míos también), pero se reía a carcajadas y era (hay que decirlo) una maravilla.
Días después S. recordó la situación y me dijo que le causaba gracia porque pensaba en la muñeca como muerta o deprimida, expresando en un reclamo desgarrado sus deseos por vivir. En ese momento yo recordé (y no le dije) que según J.L el problema del neurótico depresivo se puede reducir a esa pregunta, como el del histérico al problema de si es hombre o mujer. En fin, ¿Se deprimen las muñecas? ¿Qué hacen los juguetes cuando nadie los ve? ¿Esa será la razón por la que los humoristas tienen fama de melancólicos? ¿Porque fuera de situación son como un juguete en desuso? Qué sé yo, debe haber páginas de todo y para todos, frase barata y estrecha que últimamente me sirve para abreviar cualquier tópico que me parece tedioso o insoluble. Y como siempre tuve una relación contradictoria y espantada con la eternización de la propedéutica yoíca espiritual, no voy a indagar demasiado en esta insólita actitud que emerge como un yuyo, feo pero persistente, en el baldío soleado de mi territorio imaginario.

Calamaro ya fue (y sigue siendo)



Soy de los que recibieron con alegría (y emoción) la vuelta de Calamaro con "El Cantante": la voz quebrada, ese bigote que lo acercaba a una cierta intemporalidad adulta de ruta y caja de camión. La elección de los temas, pero sobretodo el sonido de ese disco parecía traducir frágilmente el fondo de la melancolía (de la botella vacía) post corazones (y narices) destrozadas. Ese disco es del 2004, dos pares después de la publicación de El Salmón, que en esa época (2002-03) yo escuchaba obsesivamente. Una identificación juvenil que me permitia pensar que un velador (prendido) perdido a cualquier hora del día podía ser tambíen un (mi) Deep Camboya; ese rincón de la casa de Andrés en la que (según la autoleyenda) se grabó, con solo un portaestudio, la obra descarnada.
En fin, en el 2005 Calamaro tocó en Córdoba, en el Cosquín Rock, en la plaza Próspero Molina, todavía tímido y olvidadizo, con la voz bien abajo contenida por una re banda, como es la Bersuit. Y lo puedo contar como uno de los mejores recitales de mi vida. Después vendría la resurrección, los anteojos negros y la gira interminable. Salieron discos y recitales lindos, pero no sé si más que eso. Me resultó un poco desabrido sentir que había una especie de pretensión de retorno inmaculado, con aroma a análisis marketinero y acumulación desenfrenada de euros.
En cualquier caso, no quiero ver a AC hecho mierda, para nada, me gusta escucharlo y saber que hace nuevas canciones. Aunque su lengua sea ahora más filosa públicamente, extraño esas búsquedas desesperadas (audaces o frívolas, según el ojo) que dieron lugar a canciones como La ranchada de lo paraguayos, que grabó para un disco de Javi Limón y que incluyó en esa marea innecesaria que son las llamadas Obras Incompletas.

En el quinto estaba
la ranchada de los paraguayos
mezcla rara de gratas
tráfico, caño y bagayos

Clan paisanal,
cerrado convite de comida regional
algún camionero conversador
algún zarpado y gil

Buena gente de pipa
justa, sonriente y callada
aunque estén pagando mucho
siempre comparten su poco

También un viejito loco
debutando en su primera vez
por ir en busca de una heladera
que no era suya ¡que bulla!
era de su vecino Falabrino

Se la mandaron de Paraguay
mejor alegría no hay
el flaquito callado pagaba
por ensartar a un yuta
que trató a su novia de puta

El petiso gordito cocinaba
antes manejaba un camión
con carga vegetal…que tal?
no habrá ninguno igual
no habrá ninguna
no habrá ninguno igual
no habrá ninguna
que mala fortuna!

Había otros pero esos
resaltaban: eran hombres
que pagaban los que otros zafaban

Motín a los cuatro vientos
no se aguanta estar adentro
algunos están por nada

El perro tendrá su día




Bueno, si está banda suena así en vivo tal vez haya que hacer el esfuerzo por verla. Me parece que puede ser la banda de sonido de la vida de un perro, de Dimba por ejemplo, que hoy a la mañana salió disparado como un zorro a la calle. Según G., Dimba "no puede con su vida"; es más o menos así, te mira con la boca abierta, los ojos chispeantes, te persigue hasta el baño y yo creo que no entiende por qué el mundo es tan mezquino con sus deseos. Corre desesperado de una punta a la otra de la cuadra, intenta obedecer el silbido que le largo cuando veo que se está por trenzar con otro perro y viene, me mueve la cola, reclama mi mano en su lomo, y sigue un rato más.

Le dimanche je vais partir, il faut change la vie



Por primera vez me mudo a otra casa. A mi me gusta decir que los 27 son la edad del rock, al menos de los suicidas del rock... Hace un tiempo le decía a C. que tenía ganas de irme a vivir a otro país, a un lugar donde se hable otro idioma. En realidad no sabía, pero era evidente que algo tenía (ay, siempre tiene) que cambiar. A la vez, sé que es una ilusión un poco idiota pensar que cambiar de lugar va a modificar totalmente las cosas. A propósito, M. me dijo, con su habitual y proverbial sabiduría, atravezada por una gran sonrisa de amistad: es verdad, pero podes estar con esa ilusión un tiempo al menos. Ah, la canción no tiene que ver con nada, pero tenía que ser algo en otro idioma.

Soy algo que está a mi alrededor



Para mantener a distancia al mundo, lleno todo de ruido a mi alrededor. Me levanto, creo que dormí demasiado: me cuesta distinguir el sueño de los recuerdos y solo lentamente voy separándolos; los músculos casi no me obdecen; mi cerebro, como un holograma a mi lado, me recuerda que incluso la ansiedad de un sueño se paga a la mañana, o al mediodía del día (que veo nublarse lentamente). En los intervalos de mi cabeza pienso cómo hacer para evaluar en los diferentes cursos que tengo y cerrar el año con alegría y justicia para todos.
Me siento con el optimismo suficiente como para intentar arreglar algún aparato, pero solo los acumulo en el fondo de la pieza, y dejo la tarea para más adelante.

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El hartazgo del palabrerío te hace pensar (o ya no) sobre el sentido de las palabras.
¿Qué queda después de esa etapa: el fanatismo o la resignación?

La palma de tu lengua sabe, o al menos sospecha, cuando enmudece, atada en la garganta, que el problema que debes enfrentar ahora es sobre las consecuencias, para vos mismo y para los otros, que pueda tener lo dicho. El lenguaje no necesita (o ya no solamente) una analítica que nos proteja de sus usos vacíos o injustificados, ni una crítica social que nos alerte sobre el peso que no dominamos y nos aplasta (o nos eleva) por solo decir “lo que se dice”. Se hace necesario pensar (otra vez pensar!?) qué pasa cuándo (cómo) se dice algo que traiga consigo un cambio en este mundo.

¿Adonde queres ir, me haces perder el tiempo? Dejame continuar, un poco más… Consecuencias siempre un poco imprevisibles, palabras que se arriesguen y no pretendan acolchonarse en la retórica o en la autocomplacencia grupal.

¿Qué, cínicamente me decis que nos quedaría entonces solamente un uso discrecional del voto de silencio? No, no. Es que estas demasiado enojado como para darte cuenta (¿o es eso lo que te enardece hasta el insulto interior?) de que con palabras cualquiera (cualquiera vos y cualquier palabra) podes hacer el esfuerzo por decir otra cosa: ni confesión ni previsión; dar un paso afuera y que el pensamiento viva en los cordones.

Sálvame María


Él caminaba aturdido de ansiedad y aburrimiento, pensando en que los medicamentos son caros para el poco efecto que hacen, y de algún modo se encontró de nuevo en ese lugar (común y miserable), sintiéndose un esclavo de la terapeútica, química y simbólica, resistiéndose con lo que que le quedaba de autoironía (o de indiferencia), para no caer en tediosas y ridículas disquisiciones acerca del sentido de la vida o, al menos, de los planes de esa tarde.
Todos estos pensamientos sombríos (demasiado sombríos para el día de sol que anuncia el verano) seguramente no se traducían en su cara, que generó algún interés en la chica que cruzaba la misma calle, del mismo barrio y a la misma hora, pero que pareció querer irse a otro mundo cuando giró violentamente su mirada hacia la calle. No parecía, sin embargo, de las lindas que jamás quieren ser vistas mirando, porque asumen que son ella el objeto codiciado (por envidia o deseo) de cualquier otro mortal civilizado.
Él prefirío sonreir suavemente, al tiempo que lamentaba, en un reflejo de vanidad incontrolable, no andar mejor vestido. El mismo reflejo de vanidad que inicialmente supuso que ella miraba con algo más que algún deseo antropológico o pictórico; un reflejo de vanidad que se apagó en el deseo pantanoso de estar solo. Una fuga calculada en un chispazo, como sonreir al aire ausente y dar todo por perdido de antemano, tal vez porque ya no sé sabe bien a qué se está jugando.

Resulta que otro día más



¿De donde sos? ¿Que dan por vos?
Siempre creerse un as, solo lo mejor
¿Que podes dar? ¿Realmente dar?
Que este en tu corazón y no en aparentar

Siento ganas de salir sin ver más tanta gente y el desierto
Resulta que otro día más rompiendo todo y olvidando

¿A donde vas? ¿Como es que iras?
¿Cuanto por saber? solo figurar
La verdad ¿cual es tu verdad?
Que esta en tu corazón y no haya que comprar

Siento ganas de salir sin ver más tanta gente y el desierto
Resulta que otro día más rompiendo todo y olvidando

Recienllegada

Ayer le respondí a un florista ocasional, abajo del túnel de paraná y panamericana, que me preguntó: - "Caballero, una florcita?"No, gracias che, ya no regalo más, que me regalen a mi un poco ahora.

El tipo se sonrió y con S. nos reimos un rato. Este video es impresionante.



Un día después,
(después de vos...)
cruce los dedos.
La barca pasó
y el río quedó, al fin, quieto

Solo un cuento fue
que ayudó a pasar un buen rato
Un castillo de naipes que cayó
y palabras baratas

En el aire entre los dos
brilló una copa rota
Mala suerte, mi palma dio un destino oscuro
Un dulce licor de romero
fue la mala idea loca
Te vas a enterar por esta canción
para "el carioca"!

No sueño mas con vos
ya cayó otra flor del cielo
Te voy a robar esta canción de amor
y de consuelo

A la suave luz de la luna
vi tu espalda
hay un lugar allí para mis huellas
y un lunar nocturno

Apostamos mal
serás mas feliz vagabundeando
Muy poco amable fui
nada nuevo vi en tus ojos.

Amor (des)clasificado



Mi última relación importante fue (a la vez) como mi último noviazgo adolescente, con todo lo que eso implica de maravilloso y terrible. Yo era apasionado, nervioso, escribía infinitas cosas cursis, me portaba un poco cobardemente con mi propio deseo y no soportaba (casi) ninguna forma de la distancia. Después estuve con otras personas, pero no nos enganchamos, Me dí cuenta que la gente un poco adulta defiende más sus mundos personales, como si temiese disolverse. Recuerdo una conversación en la que yo le decía a una de ellas algo que dice Badiou sobre el amor: es un mundo que deja de ser uno para ser de dos, y no hace falta estar pegoteados, es como si uno llevara al otro dentro de sí, en la mirada, por ejemplo, entonces, aunque estén de espaldas mirando el mismo mar, es como si estuviesen juntos. Ella me respondió: "es horrible, depender". Ahora que pienso, ella es mucho más chica que yo, pero bueno, en nuestra primera cita me dijo: "el amor es como una enfermedad", algo que me resultó, con todo, de algún modo encantador.
A la vez me dí cuenta de que la adultez no es encontrar estabilidad, sino darse cuenta de que los demás tampoco la tienen, pero disimulan, y no hay que tomarse entonces las cosas demasiado en serio. Una forma seria de la niñez, eso debe ser...
Hace poco alguien distinguía, con aire juicioso, el amor de la obsesión. Yo pensé que el amor es, en alguna de sus dimensiones, una obsesión agradable, pero no dije nada. Supongo (o espero) que solo sea una de sus partes, y que uno pueda ir siempre, con la mente (y con la boca), más arriba o más abajo del cuerpo enamorado. Tal vez el lugar común que dice: cada relación es un mundo, tenga alguna verdad escondida.
Ahora es tarde, debería dormir, en unas horas tengo que hacer el juego de ser profesor, pero me mantego despierto, como si estuviese mirando desde arriba un montón de autopistas, esas imágenes de tránsito siempre me dieron tranquilidad.
Un poco infantilmente estoy esperando el martes, el día de la primavera, me parece que va a ser un día bisagra. Por eso me puse a hacer como una especie de balance, y me doy cuenta de que acaso deje de hablar por un tiempo del amor de a dos, de que empiece a importarme menos. Me genera una mezcla de miedo y alegría esta sensación de libertad que encuentro. Bueno, para no traicionarlo del todo, dejo esta canción, como un señuelo.

Un ninja robot.

Un ninja robot en el ascensor miraba distraído (pueden los robots o los ninjas distraerse?) una pintada en el panel superior, es decir en el techo, del ascensor: "Ayacucho miente". El ninja reflexiona (o solamente intuye?) que Ayacucho siempre ha mentido y que esta escritura humanoide es la conclusión de un silogismo que se gestó hace tiempo (acaso con la propia humanidad). A usted (o a mí) este pensamiento tal vez lo hubiese sumido en la melancolía, pero los ninjas robots no conocen otro sentimiento que la solemne satisfacción por el trabajo realizado. Esta pobreza de inteligencia artificial (tan distante de los niños sensibles spilgberianos) hace de un ninja robot, en este caso, llamésmolo Fabián, personajes bastante planos, poco interesantes, que no soportan más que una breve descripción. Como Fabián no fuma, o tan solo lo hace cuando decide que es la única forma de interactuar con un humanoide, no se enteró del conciliábulo (o aquelarre) que se desarrollaba (decir celebrar es demasiado) en uno de los balcones del 5to piso.
Allí se daban reunión el niño mónada (algo avenjentado ya, conservado el mote de niño a la manera de un torero español), Rosa Delux (la chica a la que todos amamos, aunque temamos amanecer con ella) y Rainer Gegel (un sabelotodo más charlatan que divertido, poseedor, hay que decirlo, de un valorable espíritu aventurero).
El niño mónada miraba y envidiaba el cielo azul (y a las ventanas) mientras pensaba que la política asamblearia le quitaba casi todas las posibilidades de destacarse. De pequeño había tenido alguna que otra aparición descollante, pero en la actualidad sus poderes habían pasado de moda y mataba el tiempo contando sus mónada como un chico aburrido que pasa una tarde de lluvia contando bolitas.
Rainer parecía abatido, debía esperar que los acontecimientos se desarrollen para poder elaborar alguna teoría implacable y omnicomprensiva que dé forma definitiva a los hechos de los últimos días. Lo que más lo irritaba era no poder oponer más que balbuceos a la emoción desordenada de Rosa. En realidad, lo que lo enmudecía, era esa forma trágica y alegre que tenía Rosa de presentarse a sí misma y a todo lo que la rodeaba, incluyendo a su supuesto compañero, Federico Chiche, a decir de ella: un prodigio irresistiblemente frágil (y escritor).
La estrategia de Rainer era sencilla: negar toda novedad o especificidad a cualquier cosa que pasara, más para ganar tiempo y elaborar nuevos conceptos que por auténtica convicción. En el fondo le daba igual y se imaginaba a Rosa Delux de Gegel (la cacofonía de su imaginación ya es motivo suficiente para comprobar la imposibilidad del deseo) en su cama, en su cocina, teniendo sexo arriba del lavarropas (funcionando).
Rosa pensaba insistentemente en la forma en qué caía su cabello sobre la frente (más de una vez estuvo tentada de ir a mirarse al espejo), pero también en que podría tomar unas cervezas con Rainer, a ver si lo daba vuelta, y el tipo se volvía un poco más interesante.

Algunos dibujos ahí en el suelo



Son casi las 6 de la mañana. En poco tiempo los ojos van a pesar más que estos deseos de retener un segundo más algunas cosas de la noche. Hoy conocí a dos chicas maravillosas: una tiene 3 y medio, como bien me aclaró, mientras dibujaba un bebé con un chupete, y ya es grande, aunque no prepotente y egocéntrica, como muchos de los niños fisher price/danonino de nuestra época. El dibujo me lo regaló y yo hice también uno para ella. Era un cielo y un río, y gente bailando y tocando los tambores. Sin darme cuenta empecé, luego de hacer un sol bastante simpático, a dibujar nubes y más nubes. Ella dijo: -Se está nublando. Uy sí, contesté apesadumbrado. Igual me gusta, dijo, y disolvió el temor que crecía en mí de estar nublado (de mala manera). El dibujo que me regaló tiene al naranja y el verde como colores dominantes, yo me acordé de la canción y pensé que Renata es maravillosa (el nombre es feo feo, pero es lo menos importante). Los juguetes que tiene son como de Yellow Submarine, cosas para armar y muñecos de papel. Estuvimos con eso, después dibujamos, jugamos a la escondida, a hacer sombras chinas, hice humo con el cigarrillo; también jugamos con aros (no hay caso, no me sale mover la cintura como ella) y con una pelota grande esas que usan los kinesiólogos. Ah, me dijo que yo era feo, pero que no importaba. En un momento, cuando ya estaba cansado le pedí de sentarme un rato, a los 40 segundos me dijo: yo ya descansé, y vos?. Más tarde por fin llegó otro niño, los presenté y se dedicaron a jugar entre ellos. Aunque no pegaron tanta onda y al rato Renata se durmió.
La otra chica es más grande y en realidad ya la conocía, vive en Costa Rica, en una isla, vende ropa, hace surf y (llamativamente) no es ninguna idiota. Está por cerrar su cuenta de Facebook, aunque Mr. F. la chantajeó diciéndole que Soledad X la va a extrañar. Su sorpresa no le permitió hacerlo, aunque está cerca de aceptar que será de algun modo una excluída. Acaso estas son pavadas, pero de ver sus ojos claros y las rastas que se dibujan sobre su espalda dibujada y vestida de naranja, no dudarías en reconocer el buen colchón de imágenes que le espera a mi cansancio. En fin, me trajo hasta mi casa en un auto prestado, con poca nafta y sin papeles. Mañana se va. No hice ni un gesto que delatará mi interés. Se sabrá tan bonita cómo para suponerlo todo? En cualquier caso no me arrepiento, es de algún modo la existencia del límite lo que le da sentido a la justeza de estas imágenes.
Y hablo otra vez de chicas y este blog parece los devaneos cursis de un antihéroe del amor (como dulcemente me catalogó B.). Pero no se trata (del todo) de eso, es más bien la corroboración de que hay también algún encuentro dando vueltas por ahí, que la educación sentimental a la moda no es (tal vez) lo único que hay. Ni en los que se vienen, ni en los que se van.

Psicología del yo y análisis de las masas

Alguien alguna vez me hablaba de cosas como ser adicto a postear en internet, a mi me parecía una completa pavada, pero cierta atracción (y mi tendencia a simpatizar) le ofrecían una sonrisa. Cuando escucho una canción que me gusta y pienso: esto lo podría poner, siento que caí en la trampa. En los 70 Walsh hablaba de la trampa cultural, de las ocupaciones intelectuales que no permiten distinguir a las formaciones sociales como inherentemente políticas: hacerle el juego a la cultura sería creerla aislada y no enfocarse en las contradicciones fundamentales, en su caso, la lucha social, la revolución. Por eso Walsh abandona la literatura y se dedica al periodismo.
Es claro que ahora las cosas están menos claras, la trampa cultural acaso sea el eslogan como pensamiento, el desarrollo de la imagen del yo que antepone el "ser visto como" a cualquier otra cosa. Creo que internet es el cadalso, pero puede ser también el espacio de alguna forma de puesta en entredicho de lo mismo que la hace repugnante. Claro que internet no es el mundo y no todo en ella es "egonet", para usar como homenaje (o reproche) una expresión de quien me inició, un poco indirectamente, en el interés por estas cosas. Entonces? este post se deshace y la idea de postear un tema se vuelve poco auténtica, narcisista o superflua. ¿Hago psicología? Claro que sí! y es circular y es un embole (para blogs de interés general tengo otros), quería ajustar cuentas por última vez con mi yo virtual.

Putear a tiempo


A veces hay que putear a tiempo, después es tarde y vuelve la simpatía (o la indiferencia) por el mundo y uno se olvida de las cosas miserables que fue capaz de hacer, que dejó hacer, que otros le han hecho. Y en vez de guerra, muerte en el campo de batalla, o armisticio, queda una pegajosa sensación de intrascendencia, de estupidez, de cobardía.
¿Es el aburrimiento un estado de ánimo burgués? O al contrario, es la puerta de entrada a alguna forma de vida posible que se sustraiga del mandato de la productividad y de la diversión; binomio que complementa y coloniza nuestra capacidad de accion, nuestros placeres.
Ya sé, ya sé, no hay que evaluar nada a la hora del crepusculo, todo se cubre de cenizas o se carboniza por dentro, se rompe en las manos, dejándolas negras, no se puede tocar ya nada, ni comerse las uñas te queda.
¿Nuestra insatisfacción es el síntoma de una cultura podrida, o el producto de una época que nos forjó con el ideal de bebés que nunca se despiertan meados? ¿Estamos más allá o más acá de la capacidad de sobrellevar la dificultad de encarnar la pasión y asumir el riesgo del proyecto?.
Uff, cuánta abstracción.

Todo va bien?


Hay una tendencia tentadora por comenzar a escribir para contar el naufragio imaginario (de la imaginación?) del fin de la noche. A la vez, me acuerdo de una canción que canté en la cabeza en el parque al sol, hacia el mediodía, en sintonía con una radio que antes hubiese incendiado todo el aire. En la canción no importa nada, o casi absolutamente nada, y es liberador, y un poco triste también. Pienso en la hermosa parte de la película que pasamos ayer, del director que combina como nadie (como yo aún no puedo) el amor, la política, y el mundo entero, sin resoluciones grandilocuentes, claro. Por eso, no me animo entonces a hacer una figura clara de ese rejunte papel crepé, colorido, pero algo arrugado, cuando aclara, en los rincones de la fiesta. No hay imagen final, solo un lento ejercicio de asimilación, trabajo, distracción, o lo que sea que funde la experiencia, de lo que no sabemos, lo que surga más tarde, o nos espante con su ausencia.

Alguien dijo también, temprano en mi mañana, durante unas jornadas de filosofía, luego de unas ponencias de política: “el diagnóstico es admirable, el panorama es desolador”. Se habló de un lugar imposible, supongo que a las 5 de la mañana acá, entre estas teclas, todo adopta un aire de imposibilidad irremediable, una facilidad de abandonarse, como más tarde al viento de la avenida. Pero todo es un poco pegajoso y prosaico. Me hace recordar que alguien habló de la plata, del tiempo robado a la productividad dominante…. Y me acordé, mientras intentaba rastrear algo de Brecht, de una obra en la que aparece una ciudad en la que todo está permitido, si tenes plata… Creo que la idea más interesante de hoy fue algo, más o menos, contrario a eso. Quiero un freno y más viento, al mismo tiempo; cerca de todo esto, pero que se vuelva casi irreconocible.

She's my baby



I: me enteré (adiviné en un solo intento) que tenía 20, cuando alguien empezó a hablar del paso del tiempo y cosas así. Irina, como el resto de las chicas, baila afro, tiene una piel exiquisita, fuma poco porro, y creo que no ve con agrado a los borrachos. Se aburre un poco (reconció riendo) cuando la gente habla y prefiere hacer algo: se pasó casi toda la noche con B en la cocina.

B: Una chica superpoderosa, tal como le sugerí ser bautizada, cuando me enteré que no solo había amasado pizza para ocho, sino que también iba a hacer brownies. Su madre, chef macrobiótica, le enseñó a cocinar. No le gustan las fotos ni ser elogiada públicamente. Creo que finalmente pensó que hablo demasiado.

L: Era su casa, ella es masajista, de la onda espiritual, una pipa de agua entre el guacamole y la cerveza, que consume demasiado rápido, muchas revistas thc y ganas de reirse. Me pidió mi número, como para pasarme unas fotos posando con cogollos de bigote, pero nunca me mandó nada. Creo no lamentarlo

X: Había alguien más que cantaba, mezcla de simpatía, profesionalidad y un extraño fondo de perversa niña exploradora.

Las pelotas



Salgo a la noche
a buscar amor,
el día no fue tan malo hoy,
no importa
lo que me dijiste ayer,
verás que hoy estoy mejor.

Tengo un chupetón
que me hace reír,
tengo un chupetón
que me hace feliz
y me siento bien,
qué felicidad,
no siento dolor
con el chupetón.

Nuestra esquina
tiene otro color,
ayer no la veía así, como un ángel
te veo llegar,
te acercás
y empezás a gritar.

Quiero un chupetón
que me haga reír,
quiero un chupetón
que me haga feliz
y sentirme bien,
qué felicidad,
no sentir dolor
con el chupetón.

Quiero un chupetón
que me haga reír,
quiero un chupetón
que me haga feliz
y sentirme bien,
qué felicidad,
no sentir dolor
con el chupetón.

O al revés


Otra vez el síndrome de ver la tarde sol pasar por la ventana. Desde las tres, hora en la que resucité, con algo pensando en mí, como dice la canción: "Después de un baño cerebral ya estaba listo para ser amado..."
Pero ahora ya es de noche, y espero que me llamen, para compartir unos mates y decirle adios al dios del fin de semana. En estos momentos, tengo esa exagerada sensación romántica de querer morirme porque parece que no se le puede agregar nada más a una canción cualquiera. Pero a la vez pienso que son ciertas extrañas ganas de sonreir por puro decisionismo. Acaso la mejor forma de enfrentar el temor al tiempo, de manejar la confusión de dar vueltas por cubierta, sin saber bien cómo se acomodan las velas, para que el entusiasmo se sacuda de coraje, o al revés. Qué solemne. O al revés. Ya llamaron.

Luzbelito pregunta (una y otra vez)



Hace poco leí una entrevista a Fabián Casas, en la que decía que el mayor problema que veía en los jóvenes escritores, era la tendencia a escribir "para" alguien; lo que más le molestaba era identificar gestos cómplices o de escuela que (puestos de forma intencionada o no) ya esterilizaban la potencia singular de lo que se venía diciendo. Otro escritor, del cual ahora no recuerdo el nombre, decía que lo que más le costaba era manejar la ansiedad de darle tiempo a las cosas que hacía, antes de mostrarlas o subirlas a su blog. Parece que tener demasiado presente la mirada de los otros te jode. Hay una obra de teatro "A puertas cerradas", en la que el infierno es una habitación en la que se está con otras personas, sin espejos y sin poder dormir.
Yo no soy escritor ni quiero serlo, y creo que voy dejando de ser joven o me vuelvo inmortal, sin embargo pienso en esto de "ser para" en general y si habrá (o debería haber) escapatoria posible. Es sabido, uno siempre es para otro, desea a otro, desea el deseo del otro, desea lo que el otro desea, y así, en una alegre o sangrienta lucha por el reconocimiento. ¿Ahora, esto es posible de ser cambiado cuando se consolida algo así como una "personalidad"?. ¿O ésta no es más que un cúmulo de otros introyectados, de los cuáles hemos olvidado su procedencia y ahora definimos como "nuestros valores"? ¿De dónde proceden? ¿Se trata acaso de un ideal del yo, un "deber ser" incolmable que siempre estamos intentando llenar frente a un Otro? ¿y los otros serían unas tantas instancias temporales que, una vez conquistadas, abandonaríamos como espejos ya opacos...? ¿Hay una elección posible en este proceso? ¿Qué tiene el otro que nosotros queremos? ¿O sólo lo "tiene"?
Hay una definición célebre del amor: "Uno da algo que no tiene a alguien que no es", en el sentido de que ambos miembros de la pareja son construcciones imaginarias, el amante supone al amado algo decisivo y vital que le falta, pero que en algun punto, es una x indeterminada o inexistente. Por eso es tan raro que se enamoren de uno, la presión de saber que en el fondo hay un poco de engaño o de puesta en escena. A mi en este caso a veces me gusta, es como una película... si uno hace pactos para verse cada tanto fuera de set sin complicarse.
En fin, extrapolo esto a otras relaciones y ámbitos (acaso más políticos, acaso más urgentes) y pienso en qué es eso decisivo que nos hace desear (o que le pone primera al deseo, que ya es algo) ¿es algo irracional y caprichoso, que podría ser cualquier otra cosa? ¿Vivimos sometidos por una maquinaria que nos convierte en zombies incluso cuando creemos desarrollar lo más auténtico de nosotros mismos? Tal vez sea mucho psicoanálisis, no?
Me cansé de escribir... además no sé si mi reflexión llega más lejos, supongo que ahora viene la parte que afirma una posibilidad vincular desalienada y productiva... A quién se le ocurre? La mía si ve luz se gasta, ¿Por qué desear? Porque deseamos... ah misterio, que no explicas nada y me fascinas x)

Hoy: Salmón



Lo que dejo en el camino
se lo regalo a mi vecino
el yogur casi vencido
que lo coma hoy
más de un día no le doy
para pudrirse en la heladera
que es de todo la primera
que recibe este bajón
aunque su satisfacción es algo impura
no alcanza, por más que lo intente
pan y mermelada
no son frutas maduras
igual está bien, para un cerebro inflado
a una hora como esta,
sé, debería estar acostado
que la noche se termina y mañanas asesinas
nos esperan
al abrir los ojos
en la cama (conmigo igual vacía)
que pega un salto y sale
mientras grita:
hay un montón de día

Amor francés



En un día como hoy, las cosas pasan lentas, corrigo exámenes escritos con signos casi ininteligibles, tomo colectivos llenos de olor a lluvía y a apuro por volver, desisto de escuchar música y asisto a conversaciones ajenas como si se trataran de una película. Un día así me tienta abandonarlo todo y pensar que cuando se haga la noche puedo llegar a tu casa y me vas a estar esperando. Cuando digo vos digo cualquiera (serás alguna?), porque no te conozco y sé que es idiota pensar que podrías salvarme de esta tarde de aburrimiento, nihilismo barato y golosinas. Siempre es peor creer que alguien puede rescatarte, no hay quién pueda, el amor no es una revelación de las esencias sino un sútil juego de mostrar perfiles. Por eso imagino un diálogo en el que me hagas reir, en el que te rías, en el que hables desnuda seriamente del mundo, cuentes cosas irrevalentes de tu infancia, y fumes, o comas un chupetín, y te lo saque para darte un beso en los ojos y después te lo devuelva y mire por la ventana, para recordar, en silencio y sin tristeza, otras tardes como esta.

A punto de volarse en la tormenta

Una carpa de circo a punto de volarse en la tormenta, incluso los pies de los niños sienten el ceder de las estacas en el barro. Los enanos siguen su número como si nada, sin entusiasmo pero con gracia, corriendo diligentes entre sillas y floreros. Solamente los dos monos que están un poco más atrás parecen mirar intranquilos las sogas que se agitan y se pierden en lo alto. A nadie se le ocurre irse, han pagado y han visto cosas peores, como para levantarse y volver a casa tan temprano.

Cuando el sol muera y la sangre esté sobre tu cuerpo


Salgo al patio y veo un grupo de nubes verticales, naranjas, como el zarpazo de algún animal en pleno cielo. Me asombro ante la imagen y me doy vuelta, para intentar ver mejor. Miro más allá de la chapa y la membrana del vecino, pero el tanque de agua plateado se roba lo mejor de la perspectiva. Mientras miro pienso en escribirlo, pero, ¿para qué escribir la imagen de un cielo cualquiera? Me aburro, cruzo el patio y entro en la casa. Cuando miro el cielo de nuevo, al volver del baño, me doy cuenta de que es ya un cielo ordinario. Me quedo unos segundos buscando los rastros de la guerra de tonos naranjas y no hay nada, ni siquiera el cuerpo del sol asesinado.

Teléfonos sonando en habitaciones vacías



Cayó la noche en la ciudad insecto
Estoy sentado aquí, pegado al conducto resplandeciente
Tedioso tedio, fluyendo despacio
Estoy sediento de algo que pueda usar de verdad
Somos hormigas obreras, u hormigas aladas
Dciendo;"!Dios mío, estoy arriba!"o"!Cristo, estoy retrasado!"
Preguntando a mujer y niñas:"No nos mostraría el camino?
Para abollar páginas y cosas peores"

Pero es triste, tan triste
Los viejos nunca lo pasaron tan mal (no así de todos modos)
Y es triste, triste, triste
La tristeza de una estrella muerta hace tiempo en la trasnoche de TV
La tristeza de volar tus melancolías
Y de hombres viejos y arrugados con sus ropas de trabajo
Y teléfonos sonando en habitaciones vacías

Todos los pájaros se volaron del parque de la parte más alta de la ciudad
Y una familia que conozco construyó un arca
Estuvo lloviendo largo y tupido
Y los encanbezados de los diarios son duros, perversos

Pero es triste, tan triste
Los viejos no lo pasaron tan mal
Y es triste, triste, triste
La tristeza de una estrella muerta hace tiempo en la trasnoche de TV
La tristeza de volar tus melancolías
Y de hombres viejos y arrugados con sus ropas de trabajo
Y teléfonos sonando en habitaciones vacías

Luca Prodan

Situación &

A veces escucho canciones que me encantan pero que ya no me pertenecen, a veces para transformarse otra cosa hay que dejar, o dejarse, o no sé qué que permita pegar el salto a no sé dónde. Poder escuchar canciones que no oscurezcan siempre del mismo lado, empezar palabras que no nos aburran a la mitad, hacer cosas con eso que se deshace en un segundo ilusionado x)
Hace poco, no sabía bien qué hacer con una clase de problemática social contemporánea (váyase a saber qué es eso), veía a los estudiantes, adultos en su mayoría, saturados; las últimas clases se estaban haciendo monocordes, sumado a las ausencias, no pasaba gran cosa.
Propuse una actividad sobre los tipos de prensa, que ellos les tengan que cambiar los títulos y algunos textos. Una forma de imaginar otra posibilidad, de planear sobre la la múltiplicidad de sentidos que posibilita clasificar noticias, describir las tapas, comparar, etc. Todos se prendieron, quedamos en conseguir los diarios que podamos, pretendiendo la mayor diversidad posible, convinimos que queden en la escuela, así si algunx faltaba los demás no se quedaban sin materiales. Hice las consignas entre semana y la cosa empezó a funcionar, primero tibiamente y después un poco más. Los textos que daban marco no eran gran cosa. Pero más me entretenía escuchar las conversaciones y meterme un rato en alguna, una charla que se va ramificando, en fin, en el mejor de los casos dar una vuelta como un paseante conversador y un poco inflexible. Ahí es cuando pienso que mis clases son como 678, y a veces no tan interesantes... De cualquier modo, lo bueno de estas actividades, viejas como el moho, es que son prácticas, desafían en algun punto las posibilidades de lectura de lo real.
En la siguiente unidad, empecé hablando de colonialismo y rápidamente la se establecieron posiciones respecto al "casamiento gay", hay paridad entre los adversarios. Pidieron ambos bandos tiempo para debatir y preparar tema, veremos qué pasa.

Conversiones (y...)

- A veces vas por la calle y es como si estuvieras transportado por la potencia de un huracán, viste, como una ola que decis, esto es demasiado.
- te entiendo más o menos -
-Sí, bueno, es que es un estado político ontológico en transito infinito a infinitas velocidades, es de Spinoza, leíste?.-
-Me sonaba de una vez, que había hecho un curso curso de aletheía y ensoñaciones y nos decian de una onda así que era un acontecimiento de desvelamiento, como una epifanía, pero que eramos nosotros, no sé, eso del panteísmo, no?.-
- Sí, de una y...

Apocalipsis



¿Volví en el tiempo? Soledad en la noche, deambular por la casa vacía con el consuelo de algunas frases de Nietszche. El cuerpo como un peso insoportable. Pero ya no hago un inventario de pérdidas imaginarias, ni detengo mis ojos en garabatos de madrugadas anteriores. No quiero otra vez el fin del mundo cada vez. Hoy leí una frase inspiradora: "una paciente labor que de forma a la impaciencia de la libertad". En otro momento, hubiese escrito alguna diatriba sobre la necesidad de la guerra, hoy prefiero no decir gran cosa, te dejo una canción alusiva (qué sería de mí sin ellas).

Hoy



Hoy, mientras viajaba en el subte C, para intentar conjurar el aburrimiento y la sensación de fin de cualquier proyecto humano interesante que irradiaba un entorno conformado por personas cansadas y publicidades de agentes inmobiliarios matriculados, me puse a boludear con la unión de los vagones. Ponía el pie izquierdo y parecía flotante, después puse los dos y la sensación era mayor pero menos extraña. Casi me caigo sobre una mujer que me miró con cara de "sos medio pelotudo", le encajé un fuerte "perdoname" y una sonrisa de idiota inofensivo, para obligarla a decir: "no es nada". Estando en un momento parado sin agarrarme me sorprendió lo clara que la tienen la gente que pide y los vendedores, no es nada fácil; es todo un juego de piernas el que requiere el subte, con mucho, más complicado que el tren.
Supongo que la música ayudaba bastante y la perspectiva del vagón no del todo lleno tiene sus cosas, además estaba volviendo de capital luego de un frustrado trámite en el gobierno de la ciudad, la compra de un libro que ya conozco pero necesitaba una mejor edición y haber visto una película bastante floja (Francia, de Caetano). Entonces no me quedaba más que inventarme alguna cosa, no duró demasiado, ya en el tren me empezó a invadir el sueño y ni siquiera el paquete de sonrisas que me compré en el camino pudo detener la caída. que se arregló, más o menos, con un par de horas de sueño.

Del amor en los tiempos del yo



"El deseo de amar aparece sobre la muerte como una ventana." Saltá Narciso.
Esto estaba escrito en un anotador que tenía hace unos cuantos años, no está la referencia de la cita. Ahora no sé qué me parece, según de qué amor se trate; la interpelación supongo que en este mundo, y en este momento, es un autorretrato al portador para más de dos.
En alguna época, cuando yo no podía hablar con verdadero interés de casi ninguna otra cosa, con C. charlabamos y él me decía que el amor se define entre el título de dos frases, de dos canciones: "Si no hay amor que no haya nada entonces" de El tesoro de los inocentes de el Indio y "Si hay amor que nos venga a salvar" de Pez. Discutíamos bastante. Dejo la letra de la que es menos conocida por mí.

Si hay amor que nos venga a salvar (Ariel Minimal)

Cierro los ojos me veo en el mar
soy el agua, soy toda la sal.
Abro los ojos y no puedo ver,
ya no hay luz, la que había se fue.
Llamo tu nombre
y conjuro a los vientos que acudan a mí,
alcen mi cuerpo y me lleven adonde estás vos.
No tengo fuerza ni paz interior,
si hay amor que nos venga a salvar.
Y entonces llamo tu nombre
y conjuro a los vientos que acudan a mí,
alcen mi cuerpo y me lleven adonde estás vos.

Borrador guardado por última vez a las 6:47

La calle parece lustrada de frío, tengo los ojos cansados y el rocío, o será ya un poco de niebla, no anuncia el sol que debe estar todavía bastante lejos, anunque sean las 6. Hay un silencio total en la avenida, veo a un flaco que la cruza trotando, miro a ver si venía un colectivo y no entiendo, después me doy cuenta de que iba para la casa. Sostengo la mirada sobre su cuerpo el tiempo que tarda, nervioso y con frío, de abrir y separar esa vereda angosta de la ventana cerrada que da a la calle. Casi un acto reflejo, como posible chorro, pienso en cuáles serían mis posibilidades. Bastante altas de tener un arma y algo de sangre para esas cosas. A veces creo que herede esa forma de mirar de conversaciones en esquinas y plazas repartidas en ese mismo barrio. Otras lo atribuyo a esa tranquilidad pequeño burguesa de identificarse con el enemigo y ver al territorio como un lugar de oportunidades e historias de descuidos, alertas y paranoias policiales. Una vez en año nuevo entré a una casa vacía, o ya casi del todo vacíada unas horas antes, alguna cuestión de unas llaves copiadas una tarde no alcanzaban a explicarme el juego de luces y sombra, de ropa y cosas que había por todas partes. Nadie quería quedarse un minuto, aunque seas el último, a nadie podrás convencer de no haber sido el primero.
En fin, entonces vuelvo por la calle pensando y ya yendome un poco lejos, hasta que el roce de una chapa, y un silencio que parece que se va a romper de golpe por el ladrido de un perro, sigue así, y ya deja sentir el traqueteo del semáforo de la otra cuadra.

Imagen: Torre de Ader en Villa Adelina, vista desde la avenida.

Este duro invierno: Ey, mister tambourine,



Una vez un amigo de G. ser refirió al supuesto fanatismo que abrigaba por S. Pero G. salió rápidamente al cruce, como si hubiese reflexionado bastante sobre el tema, y dijo que lo suyo no se trataba de fanatismo sino más bien de una salvación. A mi me resultó un poco exagerado pero interesante. Puede una canción salvarnos la vida. Tuve una época en la que no podía pasar un solo día sin escuchar a Bob Dylan, esto no es nada sorprendente, a todos nos pasa, con una u otra cosa. Ahora, hace un tiempo que no es el protagonista principal de mi biblioteca musical. Sin embargo, cuando se trata de hacer alguna especie de ritual ascético transformador, recurro a él, o a otros pocos más.
Este tema siempre me pareció hermoso, la letra, adjuntada aquí nomás debajo, tiene esa fuerza que logra la melancolía cuando se sabe a sí misma y tiende a superarse. Este invierno, entonces, que será duro en muchos aspectos, también tendrá, espero, sus cosas buenas. Yo quiero que mis ojos se cargen de la forma de mirar de Bobby, y hacerla mi propia imagen de pensamiento, es decir, ya un mundo distinto. Estoy un poco harto, pero no quiero hacer de este blog un confesionario egonet. Estoy un poco harto y simplemente voy a silbar esta canción, como bajo una tormenta, y esperar, aferrado a mis bolsillos, haciendo algun chiste de ocasión, que el tiempo haga otra cosa de las cosas que no me sirven más.


Eh, Señor de la pandereta,
toca una canción para mí,
no tengo sueño
y no hay sitio a donde pueda ir.
Eh, Señor de la pandereta,
toca un canción para mí,
en la mañana tintineante
te seguiré.

Aunque sé que el imperio de la tarde
se ha vuelto arena
esfumada en mi mano
me ha dejado a ciegas aquí de pie
pero no puedo dormir.
Mi fatiga me sorprende
estoy marcado a mis pies,
a nadie tengo que encontrar
y la antigua calle vacía está
demasiado muerta para soñar

Eh, Señor de la pandereta,
toca una canción para mí,
no tengo sueño
y no hay sitio a donde pueda ir.
Eh, Señor de la pandereta,
toca un canción para mí,
en la mañana tintineante
te seguiré.

Llévame de viaje sobre
tu mágica nave giratoria
mis sentidos han sido despojados
no puedo sentir el apretar de mis manos,
tengo los pies demasiado entumecidos
para andar
sólo esperan en mis los tacones de mis botas
para errar.
Estoy listo para ir a cualquier lugar
estoy listo para desaparecer
en mi propio desfile,
lánzame a mi paso tu hechizo danzante
prometo que me someteré.

Aunque pudieras oir una risa,
girando, dando vueltas locamente
bajo el sol
no se dirige contra nadie,
es sólo escaparse en la huida
y salvo por el cielo
no hay barreras delante.
Y si oyes vagos vestigios
de saltarines tornos de rima
al ritmo de tu pandereta
es sólo un payaso andrajoso
yo no le haría ningún caso
lo que ves es sólo una sombra
que él persigue

Eh, Señor de la pandereta,
toca una canción para mí,
no tengo sueño
y no hay sitio a donde pueda ir.
Eh, Señor de la pandereta,
toca un canción para mí,
en la mañana tintineante
te seguiré.

Hazme luego desaparecer
tras los anillos de humo de mi mente
bajo las brumosas ruinas del tiempo
más allá de las hojas heladas
de los encantados árboles asustados
fuera de la playa
lejos del funesto alcance
de la loca tristeza.
Sí, a bailar
bajo un cielo de diamantes
ondulando libre una mano
enmarcado por el mar
cercado por las arenas del circo,
con todo recuerdo y destino
profundamente hundidos bajo las olas
déjame que olvide el hoy
hasta mañana.

Eh, Señor de la pandereta,
toca una canción para mí,
no tengo sueño
y no hay sitio a donde pueda ir.
Eh, Señor de la pandereta,
toca un canción para mí,
en la mañana tintineante
te seguiré.

Hoy no puedo



Para M.

M. me invita a tomar una pepa, le tengo que decir que no, me da un poco de pánico los posibles efectos. En algún momento me parecía la mejor droga que hay, pero para disfrutarla hay que tener una capacidad de felicidad casi animal, sin memoria, arrojado a sensaciones inmediatas e imaginaciones deslumbrantes. Temo volverla un viaje introspectivo y, por lo tanto, dado el actual estado de mi espíritu, estéril o perjudicial. Es duro revelarme esto siendo yo, en cierta manera, aún joven. Será que las inquietudes van por otro lado. Creo que otro amigo, que hace poco me propuso ir a Catamarca a tomar San Pedro (va así, con mayúscula) puede hacerle la segunda. Me gustaría ver a esos dos loquitos en acción.

La belleza es casualidad, dije, y me sonrió.



Es bastante común sentir que uno hace las cosas mal a propósito. No se trata precisamente de un autoboicot, pues esto implica una tarea silenciosa que se evidencia estrepitosamente culposa al momento del fracaso, o acaso un poco después de haberle dado vueltas en la cabeza. Al contrario, cometer sutiles equivocaciones de manera conciente, incluso en aquellas cosas que uno sabría hacer mejor; una ligera desviación, una palabra de más, o un gesto desatento en el último cálculo puede deberse a varias cosas. A veces sabemos que en el fondo esos objetivos no son los nuestros, y despreciamos el éxito como algo vulgar y, sobretodo, demasiado terminante. Uno es presa de sus logros y debe de algun modo alimentarlos después... A veces lo más gracioso de la ansiedad es que hace lo imposible porque las cosas no lleguen nunca, pues nada que llegue podría ser suficiente para apaciguar eso que se pega al tiempo incluso antes de que aparezca. Entonces uno hace las cosas mal para tener más cosas para hacer, o para darse cuenta de que, en el fondo, nada que salga demasiado bien vale la pena ni puede ser deseado más allá de cierta imagen ideal, previsible, adecuada, infalible y, por ello mismo, insoportable, prefabricada, aburrida. Una vez le dije a una chica que estaba linda, ella era bastante distante y me pareció una manera de halagarla y ponerla nerviosa, o pasarle los mios... Creo que le resultó un poco cursí o realmente la incomodó, porque me dijo: igual me vestí así nomás, no me fijo en eso. A lo que no me quedó más que contestarle: igual no depende del todo de vos, por suerte, a veces la belleza también es una casualidad.
Esto me hace acordar a otra cosa, una especie de máxima que había desarrollado en mi adolescencia, la prueba de nuestro gusto por alguien se comprueba a la mañana, si recien levantado aún eres ux txntx cautivado lo serás por un tiempo y puedes saber que hay alguna permanencia en el capricho del deseo y de la noche. También decía que era importante ver llorar a alguien a estos fines de supuestas comprobaciones, lo sigo pensando, aunque lo digo menos, a algunas personas les resulta un poco raro.

No alcanzará, dice que el amor se muere y no dice más



Qué aburrido se va haciendo todo lo que tiene que ver con vos, no debería haber invenciones de mundos en soledad a esta hora, son todos más o menos parecidos, en un rato sale el sol y tenes que tener poco corazón para que no te pegue por alguna parte. Algo bastante obvio. Sería mejor hablar de la camioneta, del viaje de vuelta, de la canción cantada entre dos por la mitad.

Experiencia



Las cosas pasan como una madriguera de horas que estuviese subiendo por la tierra, pero desconociendo adónde va a parar tanta tierra que sale por el aire, cuando hay más agujeros que espacio. ¿Cuándo el queso gruyère dejaba de serlo?
Estos artilugios del país de las maravillas nunca lo entretuvieron del todo, y pensó que la cita le había arruinado la experiencia. Se puso a pensar en otra cosa, pero de eso no escribió nada.

A vivir que son dos días...



Ahora que nos dejamos de ver (otra vez) antes de vernos,
ahora que probé tu cama por un rato y dormí con vos,
pero fue soñando que acabé en tu panza.
Acaso tengas razón, y estábamos rodeados de fantasmas...
Es una lástima, tu cama está bien, tus ojos dicen cosas que ni vos sabes,
pero no hay negociación posible, estoy tan cansado que caí con fiebre
y dormí tres días. Y despierto así, matando un poco todo,
para decir otra vez malhumorado: debe salir el sol por algún lado.

No quiere decir



Se han escrito infinitas cosas sobre los domingos. Más me llama la atención lo mucho que se escribe los domingos, hacia el atardecer, cuando la convención declara la la hora de la angustia, suena la música, la gente se agrupa, de manera personal o virtual, para gambetear el cerco imaginario que parece posarse sobre la porción de tiempo que va del ocaso a la hora de dormir. Los domingos se separan los amantes, se reconcilian, y a veces también se extrañan desesperados, para arrepentirse, de manera juiciosa y aliviada, los lunes por la mañana. Los domingos la gente se deprime porque no tiene planes, u ocupa su tiempo sacándolos a relucir, como frágiles miniaturas, y luego los vuelve a guardar, entre telas rojas, café y restos de tabaco.
Los domingos son ideales para jugar al fútbol, coger, o cualquier cosa que te saque de vos mismo y te arroje al fin del día cansado y hambriento, como un animal que escapó de una cacería. Los domingos las personas suelen hacer autoanálisis, hoy en particular, la eliminación de Argentina en manos de la juventud hitleriana tiñe todo de un clima de fin de fiesta. Todos intenan solidificarse de algún modo, los domingos son el día en que las cosas se hace como de aire...
Pero hoy también parece un domingo de verano, en el qué me pregunto qué hago en mi casa y a quién se le ocurre, como decía (antes) siempre Charly, tener más de 15 años.

Los campos magnéticos



“Enamorémonos, dale, pero solo por un día, más tiempo sería cansador. El problema es el tiempo, viste? El tiempo y la ansiedad, es como si todo se te gastara de antemano casi”. Cuando se tiró en la cama yo me dí cuenta de que estaba borracha, pero solo lo necesario para llegar a esa parte de sí misma, y poder ver qué pasaba. Para calentarme pensé que parecía una especie de amazona, infantil y algo perdida. Me quedé parado, mirando por la ventana. La sentí desearme por primera vez y sonreí para afuera, sabía que yo era el actor ideal para la película de esa noche. Lo que hablamos tuvo un interés que en ese momento juzgué demasiado importante. Ahora pienso que lo único recordable eran cosas insignificantes que solamente percibía como una máquina y que después iba a reconstruir una por una en el viaje de vuelta.

Ella seguramente, como hoy mismo en este cuarto, ve pasar las horas virtuales con ansiedad y expectativa, como un animal con hambre, tal vez algo desencantada, incluso a su pesar. Ella busca como desaparecer y estar a la vez en todos lados, aunque eso no me lo dijo nunca, tal vez porque nunca lo pensó.

La conversación se extendió hacia otros temas, su honestidad momentánea y mis aires de recienllegado inventaron, y vieron caer, como en una profecía, un mundo imaginario.

Un talismán



Dormir nena, te hace bien
te aseguro que será mejor
dormir por lo menos hoy
hace días que no ves el sol
salgamos a caminar
yo conozco un bar en la estación
salgamos sin querer volver
que ya extraño aquella sensación
cuando pasaban las horas, las horas
las horas, así
hay ciertas cosas que ya no están
dame un talismán
no te diré por que jamas
a Luis le esta yendo bien
a Carlitos se lo ve mejor
los chicos cantan en ingles
y esta lluvia es como un gran dolor

Yo pelee mucho por salir de allí
y la verdad es que no se que pasa
yo solo quiero que lo hagamos bien
y llevarme muy lejos de casa

Cuando el mundo arrasa con todo, con todo
en tu corazón
hay ciertas cosas que ya no están
dame un talismán
no te diré para qué jamas
y esto siempre es así
hay ciertas cosas que ya no están
quiero mi talismán
no te diré para que jamas.

Va a ser mejor...



Hacer promesas nunca me sirvió para nada. Por eso supongo que tampoco creo en las promesas que me hacen. Sé que todo se dirime en alguna parte de nosotros mismos a la que accecedemos solo de a ratos, y que nos damos cuenta cuando cae de golpe y nos deja esa sensación de demasiado vacío o demasiado lleno: ya está.
Dejo que las decisiones se tomen solas, que las cosas me atraviesen y que se discontinuen hasta extingirse lentamente. Pero en este último tiempo me dí cuenta de que no siempre es tan fácil, y que a veces viene bien ponerse a prueba. Desafiarse a sí mismo y ver qué pasa si te obligas a oponerte a una parte de vos mismo. Una auto hermenéutica barata y ególatra de este tipo aburre un poco, por eso decidí decidirme, aunque ya fallé, te acordas del 1 de junio? bueno hoy es 16, el puente se quema, y yo camino tranquilamente, disimulando un poco, casi con un pié en el borde opuesto. Lo dificil va a ser ver qué hacer del otro lado...

Les jours d`hiver




Azul y violeta
esquizofrenía del instante
pero del pasado
una de cada color las uñas
ella pide un día de sol
y yo quiero una semana
para ver, para perder,
mi memoria en esa piel.

De Bergman a Woody Allen, pero
nunca, por favor, del todo en serio.
Extrañeza idiota y alegre,
empecemos a jugar, te queda bien,
cuando nos imaginas de alguna forma
y abris los ojos, y no te reis,
casi nada, para afuera.

Si es rápido y es gratis...



La primera vez que escuché este tema, del disco original, poco después de que haya salido, no me gustaba, me parecía una pavada, la decadencia de un artista sensible. Tampoco me gustaba el Charly post- La hija de la lágrima. En ese momento me confortaba pensar que había algo así como dos grandes maneras de hacer música. Los valores que ponía en juego para juzgarla eran bastante retrógados ahora que lo pienso. Con el tiempo, por suerte la vida fue minando mi convicción en determinado cánones y me permitió tener mal gusto y conservar en mí (y esto sin ánimo de vanidad) cierto espíritu diletante que permite tomarse en serio todas las cosas que nos gustan por igual. Y ahora lo único que desprecio es el cálculo por la aceptación o el reconocimiento y la utilización de modelos preconcebidos, peor aún más si está digitado por el márketing. Respeto las producciones que son un experimento llevado con convicción e ideas, por más difusas que estas puedan parecer; antes de celebrar la adecuación virtuosa a la perfección prefiero brindar por algún digno y arriesgado fracaso. Ahora que Calamaro saca un nuevo disco, prolijo, moderadamente agresivo, lleno de invitados pensados para abarcar todo el mundo hispano, valoro a la distancia esa obra intempestiva que es El Salmón.

El tema siempre me pareció terapéutico, aunque da un poco de verguenza cantarlo en primera persona... Pero bueno, tanto escucharlo, que algún día lo quería hacer!

La política de los insectos



¿Oíste alguna vez hablar de la política de los insectos? Bueno, yo tampoco. Los insectos no tienen política, no compasión, no compromiso. Yo era un insecto que soñaba que era un hombre, y lo amaba. Pero ahora el sueño se termino y el insecto está despierto y te digo: andate, antes de que te lastime.