Los campos magnéticos



“Enamorémonos, dale, pero solo por un día, más tiempo sería cansador. El problema es el tiempo, viste? El tiempo y la ansiedad, es como si todo se te gastara de antemano casi”. Cuando se tiró en la cama yo me dí cuenta de que estaba borracha, pero solo lo necesario para llegar a esa parte de sí misma, y poder ver qué pasaba. Para calentarme pensé que parecía una especie de amazona, infantil y algo perdida. Me quedé parado, mirando por la ventana. La sentí desearme por primera vez y sonreí para afuera, sabía que yo era el actor ideal para la película de esa noche. Lo que hablamos tuvo un interés que en ese momento juzgué demasiado importante. Ahora pienso que lo único recordable eran cosas insignificantes que solamente percibía como una máquina y que después iba a reconstruir una por una en el viaje de vuelta.

Ella seguramente, como hoy mismo en este cuarto, ve pasar las horas virtuales con ansiedad y expectativa, como un animal con hambre, tal vez algo desencantada, incluso a su pesar. Ella busca como desaparecer y estar a la vez en todos lados, aunque eso no me lo dijo nunca, tal vez porque nunca lo pensó.

La conversación se extendió hacia otros temas, su honestidad momentánea y mis aires de recienllegado inventaron, y vieron caer, como en una profecía, un mundo imaginario.

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