Resulta que otro día más



¿De donde sos? ¿Que dan por vos?
Siempre creerse un as, solo lo mejor
¿Que podes dar? ¿Realmente dar?
Que este en tu corazón y no en aparentar

Siento ganas de salir sin ver más tanta gente y el desierto
Resulta que otro día más rompiendo todo y olvidando

¿A donde vas? ¿Como es que iras?
¿Cuanto por saber? solo figurar
La verdad ¿cual es tu verdad?
Que esta en tu corazón y no haya que comprar

Siento ganas de salir sin ver más tanta gente y el desierto
Resulta que otro día más rompiendo todo y olvidando

Recienllegada

Ayer le respondí a un florista ocasional, abajo del túnel de paraná y panamericana, que me preguntó: - "Caballero, una florcita?"No, gracias che, ya no regalo más, que me regalen a mi un poco ahora.

El tipo se sonrió y con S. nos reimos un rato. Este video es impresionante.



Un día después,
(después de vos...)
cruce los dedos.
La barca pasó
y el río quedó, al fin, quieto

Solo un cuento fue
que ayudó a pasar un buen rato
Un castillo de naipes que cayó
y palabras baratas

En el aire entre los dos
brilló una copa rota
Mala suerte, mi palma dio un destino oscuro
Un dulce licor de romero
fue la mala idea loca
Te vas a enterar por esta canción
para "el carioca"!

No sueño mas con vos
ya cayó otra flor del cielo
Te voy a robar esta canción de amor
y de consuelo

A la suave luz de la luna
vi tu espalda
hay un lugar allí para mis huellas
y un lunar nocturno

Apostamos mal
serás mas feliz vagabundeando
Muy poco amable fui
nada nuevo vi en tus ojos.

Amor (des)clasificado



Mi última relación importante fue (a la vez) como mi último noviazgo adolescente, con todo lo que eso implica de maravilloso y terrible. Yo era apasionado, nervioso, escribía infinitas cosas cursis, me portaba un poco cobardemente con mi propio deseo y no soportaba (casi) ninguna forma de la distancia. Después estuve con otras personas, pero no nos enganchamos, Me dí cuenta que la gente un poco adulta defiende más sus mundos personales, como si temiese disolverse. Recuerdo una conversación en la que yo le decía a una de ellas algo que dice Badiou sobre el amor: es un mundo que deja de ser uno para ser de dos, y no hace falta estar pegoteados, es como si uno llevara al otro dentro de sí, en la mirada, por ejemplo, entonces, aunque estén de espaldas mirando el mismo mar, es como si estuviesen juntos. Ella me respondió: "es horrible, depender". Ahora que pienso, ella es mucho más chica que yo, pero bueno, en nuestra primera cita me dijo: "el amor es como una enfermedad", algo que me resultó, con todo, de algún modo encantador.
A la vez me dí cuenta de que la adultez no es encontrar estabilidad, sino darse cuenta de que los demás tampoco la tienen, pero disimulan, y no hay que tomarse entonces las cosas demasiado en serio. Una forma seria de la niñez, eso debe ser...
Hace poco alguien distinguía, con aire juicioso, el amor de la obsesión. Yo pensé que el amor es, en alguna de sus dimensiones, una obsesión agradable, pero no dije nada. Supongo (o espero) que solo sea una de sus partes, y que uno pueda ir siempre, con la mente (y con la boca), más arriba o más abajo del cuerpo enamorado. Tal vez el lugar común que dice: cada relación es un mundo, tenga alguna verdad escondida.
Ahora es tarde, debería dormir, en unas horas tengo que hacer el juego de ser profesor, pero me mantego despierto, como si estuviese mirando desde arriba un montón de autopistas, esas imágenes de tránsito siempre me dieron tranquilidad.
Un poco infantilmente estoy esperando el martes, el día de la primavera, me parece que va a ser un día bisagra. Por eso me puse a hacer como una especie de balance, y me doy cuenta de que acaso deje de hablar por un tiempo del amor de a dos, de que empiece a importarme menos. Me genera una mezcla de miedo y alegría esta sensación de libertad que encuentro. Bueno, para no traicionarlo del todo, dejo esta canción, como un señuelo.

Un ninja robot.

Un ninja robot en el ascensor miraba distraído (pueden los robots o los ninjas distraerse?) una pintada en el panel superior, es decir en el techo, del ascensor: "Ayacucho miente". El ninja reflexiona (o solamente intuye?) que Ayacucho siempre ha mentido y que esta escritura humanoide es la conclusión de un silogismo que se gestó hace tiempo (acaso con la propia humanidad). A usted (o a mí) este pensamiento tal vez lo hubiese sumido en la melancolía, pero los ninjas robots no conocen otro sentimiento que la solemne satisfacción por el trabajo realizado. Esta pobreza de inteligencia artificial (tan distante de los niños sensibles spilgberianos) hace de un ninja robot, en este caso, llamésmolo Fabián, personajes bastante planos, poco interesantes, que no soportan más que una breve descripción. Como Fabián no fuma, o tan solo lo hace cuando decide que es la única forma de interactuar con un humanoide, no se enteró del conciliábulo (o aquelarre) que se desarrollaba (decir celebrar es demasiado) en uno de los balcones del 5to piso.
Allí se daban reunión el niño mónada (algo avenjentado ya, conservado el mote de niño a la manera de un torero español), Rosa Delux (la chica a la que todos amamos, aunque temamos amanecer con ella) y Rainer Gegel (un sabelotodo más charlatan que divertido, poseedor, hay que decirlo, de un valorable espíritu aventurero).
El niño mónada miraba y envidiaba el cielo azul (y a las ventanas) mientras pensaba que la política asamblearia le quitaba casi todas las posibilidades de destacarse. De pequeño había tenido alguna que otra aparición descollante, pero en la actualidad sus poderes habían pasado de moda y mataba el tiempo contando sus mónada como un chico aburrido que pasa una tarde de lluvia contando bolitas.
Rainer parecía abatido, debía esperar que los acontecimientos se desarrollen para poder elaborar alguna teoría implacable y omnicomprensiva que dé forma definitiva a los hechos de los últimos días. Lo que más lo irritaba era no poder oponer más que balbuceos a la emoción desordenada de Rosa. En realidad, lo que lo enmudecía, era esa forma trágica y alegre que tenía Rosa de presentarse a sí misma y a todo lo que la rodeaba, incluyendo a su supuesto compañero, Federico Chiche, a decir de ella: un prodigio irresistiblemente frágil (y escritor).
La estrategia de Rainer era sencilla: negar toda novedad o especificidad a cualquier cosa que pasara, más para ganar tiempo y elaborar nuevos conceptos que por auténtica convicción. En el fondo le daba igual y se imaginaba a Rosa Delux de Gegel (la cacofonía de su imaginación ya es motivo suficiente para comprobar la imposibilidad del deseo) en su cama, en su cocina, teniendo sexo arriba del lavarropas (funcionando).
Rosa pensaba insistentemente en la forma en qué caía su cabello sobre la frente (más de una vez estuvo tentada de ir a mirarse al espejo), pero también en que podría tomar unas cervezas con Rainer, a ver si lo daba vuelta, y el tipo se volvía un poco más interesante.

Algunos dibujos ahí en el suelo



Son casi las 6 de la mañana. En poco tiempo los ojos van a pesar más que estos deseos de retener un segundo más algunas cosas de la noche. Hoy conocí a dos chicas maravillosas: una tiene 3 y medio, como bien me aclaró, mientras dibujaba un bebé con un chupete, y ya es grande, aunque no prepotente y egocéntrica, como muchos de los niños fisher price/danonino de nuestra época. El dibujo me lo regaló y yo hice también uno para ella. Era un cielo y un río, y gente bailando y tocando los tambores. Sin darme cuenta empecé, luego de hacer un sol bastante simpático, a dibujar nubes y más nubes. Ella dijo: -Se está nublando. Uy sí, contesté apesadumbrado. Igual me gusta, dijo, y disolvió el temor que crecía en mí de estar nublado (de mala manera). El dibujo que me regaló tiene al naranja y el verde como colores dominantes, yo me acordé de la canción y pensé que Renata es maravillosa (el nombre es feo feo, pero es lo menos importante). Los juguetes que tiene son como de Yellow Submarine, cosas para armar y muñecos de papel. Estuvimos con eso, después dibujamos, jugamos a la escondida, a hacer sombras chinas, hice humo con el cigarrillo; también jugamos con aros (no hay caso, no me sale mover la cintura como ella) y con una pelota grande esas que usan los kinesiólogos. Ah, me dijo que yo era feo, pero que no importaba. En un momento, cuando ya estaba cansado le pedí de sentarme un rato, a los 40 segundos me dijo: yo ya descansé, y vos?. Más tarde por fin llegó otro niño, los presenté y se dedicaron a jugar entre ellos. Aunque no pegaron tanta onda y al rato Renata se durmió.
La otra chica es más grande y en realidad ya la conocía, vive en Costa Rica, en una isla, vende ropa, hace surf y (llamativamente) no es ninguna idiota. Está por cerrar su cuenta de Facebook, aunque Mr. F. la chantajeó diciéndole que Soledad X la va a extrañar. Su sorpresa no le permitió hacerlo, aunque está cerca de aceptar que será de algun modo una excluída. Acaso estas son pavadas, pero de ver sus ojos claros y las rastas que se dibujan sobre su espalda dibujada y vestida de naranja, no dudarías en reconocer el buen colchón de imágenes que le espera a mi cansancio. En fin, me trajo hasta mi casa en un auto prestado, con poca nafta y sin papeles. Mañana se va. No hice ni un gesto que delatará mi interés. Se sabrá tan bonita cómo para suponerlo todo? En cualquier caso no me arrepiento, es de algún modo la existencia del límite lo que le da sentido a la justeza de estas imágenes.
Y hablo otra vez de chicas y este blog parece los devaneos cursis de un antihéroe del amor (como dulcemente me catalogó B.). Pero no se trata (del todo) de eso, es más bien la corroboración de que hay también algún encuentro dando vueltas por ahí, que la educación sentimental a la moda no es (tal vez) lo único que hay. Ni en los que se vienen, ni en los que se van.