Luzbelito pregunta (una y otra vez)



Hace poco leí una entrevista a Fabián Casas, en la que decía que el mayor problema que veía en los jóvenes escritores, era la tendencia a escribir "para" alguien; lo que más le molestaba era identificar gestos cómplices o de escuela que (puestos de forma intencionada o no) ya esterilizaban la potencia singular de lo que se venía diciendo. Otro escritor, del cual ahora no recuerdo el nombre, decía que lo que más le costaba era manejar la ansiedad de darle tiempo a las cosas que hacía, antes de mostrarlas o subirlas a su blog. Parece que tener demasiado presente la mirada de los otros te jode. Hay una obra de teatro "A puertas cerradas", en la que el infierno es una habitación en la que se está con otras personas, sin espejos y sin poder dormir.
Yo no soy escritor ni quiero serlo, y creo que voy dejando de ser joven o me vuelvo inmortal, sin embargo pienso en esto de "ser para" en general y si habrá (o debería haber) escapatoria posible. Es sabido, uno siempre es para otro, desea a otro, desea el deseo del otro, desea lo que el otro desea, y así, en una alegre o sangrienta lucha por el reconocimiento. ¿Ahora, esto es posible de ser cambiado cuando se consolida algo así como una "personalidad"?. ¿O ésta no es más que un cúmulo de otros introyectados, de los cuáles hemos olvidado su procedencia y ahora definimos como "nuestros valores"? ¿De dónde proceden? ¿Se trata acaso de un ideal del yo, un "deber ser" incolmable que siempre estamos intentando llenar frente a un Otro? ¿y los otros serían unas tantas instancias temporales que, una vez conquistadas, abandonaríamos como espejos ya opacos...? ¿Hay una elección posible en este proceso? ¿Qué tiene el otro que nosotros queremos? ¿O sólo lo "tiene"?
Hay una definición célebre del amor: "Uno da algo que no tiene a alguien que no es", en el sentido de que ambos miembros de la pareja son construcciones imaginarias, el amante supone al amado algo decisivo y vital que le falta, pero que en algun punto, es una x indeterminada o inexistente. Por eso es tan raro que se enamoren de uno, la presión de saber que en el fondo hay un poco de engaño o de puesta en escena. A mi en este caso a veces me gusta, es como una película... si uno hace pactos para verse cada tanto fuera de set sin complicarse.
En fin, extrapolo esto a otras relaciones y ámbitos (acaso más políticos, acaso más urgentes) y pienso en qué es eso decisivo que nos hace desear (o que le pone primera al deseo, que ya es algo) ¿es algo irracional y caprichoso, que podría ser cualquier otra cosa? ¿Vivimos sometidos por una maquinaria que nos convierte en zombies incluso cuando creemos desarrollar lo más auténtico de nosotros mismos? Tal vez sea mucho psicoanálisis, no?
Me cansé de escribir... además no sé si mi reflexión llega más lejos, supongo que ahora viene la parte que afirma una posibilidad vincular desalienada y productiva... A quién se le ocurre? La mía si ve luz se gasta, ¿Por qué desear? Porque deseamos... ah misterio, que no explicas nada y me fascinas x)

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