El tiempo se quema



El tiempo se quema,
como una hoja blanca de papel
escrita febrilmente en rojo,
pintada con la desesperación (y la esperanza)
que habita en los desiertos que atraviezo (y desmayo)
esperando que alguien me rescate.

Pero siempre (otra vez) despertamos
con los labios quebrados,
y el sol en la garganta,
solos en la arena,
que espesa la sangre y lo traba todo.

Pero siempre (otra vez): ¡los viejos huesos!
parecen no querer resignarse a ser comida de los cuervos,
de la muerte en conformidad (de la conformidad mortífera).
Y aunque no debe haber pájaros en el desierto que imagino
puedo querer (en esta noche en este mundo)
ser un beduino
ser alguna cosa que no duela tanto
un pasaje a alguna parte donde pueda dormir mi tristeza (y mi cansancio).

No hay comentarios:

Publicar un comentario